El punto de referencia que toman la mayor parte de los economistas son los rendimientos de los bonos con vigencia de 2 y 10 años, pues son los que comúnmente se intercambian. La regla explicada por los analistas económicos y financieros consiste en que si el rendimiento del bono estadounidense de 2 años supera al de 10 años, se podría esperar una recesión en un periodo de entre ocho y 24 meses. Así ha ocurrido en al menos 8 ocasiones previas desde la década de los 60.
Aunque pareciera una especie de invención, la lógica, a decir de analistas, se resume en que los inversionistas esperan que la Reserva Federal de Estados Unidos eleve la tasa de interés más rápido para domar a la inflación sacrificando el crecimiento económico.
Lo normal para los inversionistas que toman un riesgo al prestar dinero es que entre mayor sea el plazo el riesgo también será más alto, y por ende se demanda un mayor rendimiento. Pero al ver un riesgo inflacionario en el corto plazo, los bonos de 2 años superan el rendimiento de los bonos de más largo plazo. Cuando esto sucede se dice que hay una curva de rendimiento invertida.
El término desató la conversación en torno a la recesión, pues se registró esta curva de rendimiento en los bonos del Tesoro de 2 y 10 años a finales de marzo y a principios de este mes. Todavía al cierre del mercado el 3 de abril, el rendimiento del bono a dos años terminó en 2.49% y el bono a 10 en 2.40%. En los días siguientes, el bono de mayor plazo subió, pero sin que se viera un diferencial sumamente amplio.
Pero para Javier Molina, economista y vocero de eToro en España, aún existen muchas incógnitas para asegurar que el pronóstico de recesión se cumplirá. “De momento es un aspirante a recesión. De momento se ha invertido en ciertos tramos, lo cual a mí no me está dando señal de pánico”, dijo Molina.