Igual que los monstruos debajo de cama o tras la puerta del closet que acechan en la oscuridad, hay algunos factores económicos a los que más de un inversionista les teme y les generan pesadillas.
Estos son los miedos de los inversionistas
Para estas fechas, muchos especialistas ya esperaban tener más claridad sobre el rumbo de la economía, de la inflación y de las políticas de los bancos centrales, pero aún hay mucha neblina, lo que genera una alta volatilidad en el mercado.
De hecho, el llamado índice del miedo, VIX, que mide la volatilidad en el mercado, se encuentra en uno de sus mayores niveles en el año y estos son los motivos.
La temible inflación
Una de las tantas consecuencias del covid fue una desaceleración económica anticíclica. La pandemia obligó a las personas a quedarse en casa, metiendo freno a la actividad de la economía. En 2020, el PIB de México se derrumbó 8.7%.
Una de las herramientas para incentivar a la economía es bajar las tasas de referencia. Con ello, el crédito se vuelve más barato, por lo que la gente comienza a comprar más y las empresas a invertir más. La economía se recuperó, pero una mayor demanda de bienes y servicios, siempre provoca un aumento de precios; es decir, inflación.
La inflación en México alcanzó su punto más alto en agosto de 2022: fue de 8.7%, la más alta en dos décadas. En un primer momento se hablaba de algo transitorio, algo que sería pasajero, pero no fue así. La inflación objetivo de Banxico es de 3%. Más de un año después de que se alcanzó aquel máximo aún se encuentra 1.45 puntos porcentuales lejos de su objetivo y los especialistas no prevén que se alcance pronto.
Mientras más tarde Banxico en llegar a su tasa objetivo, más incertidumbre habrá en el mercado, pues los inversionistas no ven claro el rumbo que podría tomar la economía los siguientes meses.
Las tétricas tasas
Si la inflación no cede, los bancos centrales mantendrán sus tasas de referencia por más tiempo. Banxico mantiene desde marzo su tasa en 11.25%, la más alta en su historia.
En cada anuncio de política monetaria de los bancos centrales, especialmente el de Estados Unidos, los inversionistas esperan ver indicios de que las tasas bajarán, como no se han encontrado evidencias contundentes, los mercados suelen reaccionar negativamente.
Una tasa alta hace atractivos a los instrumentos de deuda, los bonos, porque dan un rendimiento mayor. Pero por otro lado, hace más caro el financiamiento para las empresas y gobiernos, porque deben pagar más.
Mientras los instrumentos de deuda se ven beneficiados, las acciones salen perjudicadas. Con tasas altas, los inversionistas suelen irse por los bonos, ya que ofrecen un rendimiento atractivo con un riesgo menor al que tienen otros activos, como las acciones.
El fantasma de la recesión
Otro de los efectos indeseables de mantener las tasas altas es que, tarde o temprano, terminan afectando a la economía, pues el dinero se vuelve más caro, lo que hace que las personas gasten menos y las empresas inviertan menos, provocando que la economía se desacelere.
El efecto del movimiento de las tasas en la economía no es inmediato. Cualquier ajuste tarda hasta 18 meses en verse reflejado. Los inversionistas temen que debido al tiempo que se han mantenido altas, la economía sufra un golpe duro en 2024.
La profundidad de la recesión económica y la combinación con otros factores definirá el rumbo de los inversionistas los siguientes meses. Si es el llamado soft landing, aterrizaje suave, los inversionistas estarán animados. Si es profunda, los inversionistas se alejarán de todos los activos riesgosos, e como las acciones e incluso monedas como el peso pueden verse afectadas.
Y si en el peor de los casos hubiese una recesión con una alta inflación se cumpliría la peor pesadilla de los economistas e inversionistas, porque en ese escenario los bancos centrales tienen pocas herramientas para sanar a la economía.