Esto permite que su mapa vivo, como ella lo define, esté presente en cada viaje, pero sobre todo en el top of mind de los consumidores. Tan solo Uber, con ocho años de existencia, es utilizada por más de 8 millones de usuarios y 200,000 conductores y repartidores en más de 70 ciudades de la República Mexicana.
Didi ha concretado más de 1,000 millones de viajes en los cuatro años que lleva de operación. En sus filas hay más de 350,000 conductores y repartidores, además de 10 millones de pasajeros activos en la plataforma, según datos de las mismas compañías.
Desde 2020, Didi se posicionó como la app de movilidad más usada por pasajeros y conductores. Además, es líder en descargas con 50% mayor volumen anual que el competidor más cercano, de acuerdo con data.ai (antes App Annie), una empresa en soluciones de análisis de datos de aplicaciones móviles.
¿Cómo Waze lidia con las resistencias en el uso de la app, por parte de los taxistas tradicionales que son baby boomers? “Es un tema generacional. Muchos de repente perciben que el mapa de Waze tiene varios elementos y prefieren interfaces que son más sencillas, pero cuando encuentran el valor de lo que ofrecemos, rutearte con lo que está pasando en ese momento, lo entienden”, dice Avilés. “Entonces, no tengo como tal una respuesta a la pregunta, pero puedo dar el contexto general de uso, con base en lo que observamos”.
No es que Waze lo esté haciendo mal, señala Luis Felipe Díaz Muñoz, especialista en mercadotecnia y profesor en Dirección de Negocios en la Escuela Bancaria y Comercial (EBC). Lo que pasa, dice, es que los llamados baby boomer fueron educados con cierta forma de pensar. Los baby boomer se resisten a usar Waze porque ellos traen una impronta de que tienen que hacer las cosas por su cuenta, de modo que no aceptan tan fácil que otro haga algo por ellos.
Y no solo pasa en cuestión de movilidad, agrega, hoy día es muy raro que un baby boomer lave su ropa en una lavandería, contrario a las generaciones más jóvenes que prefieren lavar en estos establecimientos en lugar de comprar una lavadora.
“Con la pandemia, estas generaciones tuvieron que utilizar cierta tecnología, por ejemplo, para hacer compras en línea, pero lo hicieron a través de un tercero, ya que siguen con esta desconfianza hacia la tecnología. Su lema es: si no lo hago yo, no va a salir bien. Si quiero hacer un arroz, lo hago. No veo un tutorial”, detalla.
La Guía Roji, ¿todavía existe?
Para el experto consultado, la Guía Roji podría ser una pieza de museo. Se trata de un cuadernillo con índice, que estaba acompañado de un mapa doblado que contenía el nombre y trazo de calles, avenidas, plazas, rutas de tranvía, etcétera.
Al escuchar Guía Roji, ésta se asocia con el mapa, pero en realidad es el nombre de una empresa de producción de planos que fue creada por Joaquín Palacios Roji Lara. En 1993, la compañía lanzó un mapa electrónico de la Ciudad de México en CD, cuatro años más tarde habilitó un portal electrónico y ofrecía ya los mapas de Guadalajara, Monterrey y la capital del país.
La empresa comenzó a tambalear en 2013, cuando uno de los socios falleció y no hubo un acuerdo entre los herederos del fundador. Tampoco logró hacer frente a la innovación de esos años, ni a la adopción de nuevas tecnologías para que su icónico mapa fuera más dinámico, aunque sí logró ampliar sus trazos a otros lugares de la República Mexicana como San Luis Potosí, Puebla, Querétaro, Cuernavaca, León, Toluca, Tijuana y Ciudad Juárez.
La empresa entró en concurso mercantil en 2017 y se declaró en quiebra ante el Juzgado 7° de Distrito en Materia Civil, en el Estado de Jalisco en 2018. “Tampoco es que el baby boomer haya estado muy apegado al uso de la Guía Roji”, apunta Díaz Muñoz. Pero la conexión que pudo haber tenido con esta generación es que los baby boomer no suelen preguntar cómo llegar a una dirección. “Para ellos todavía es más fácil leer una Guía Roji que confiar en una app porque es una forma de resolver por su cuenta”, reitera.