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Trump intensifica los ataques contra las normas constitucionales

El presidente de EU ha reaccionado ante la próxima mayoría demócrata en la Cámara de Representantes, aumentando su ataque al sistema de Washington que podría llevar a un territorio político peligroso
mar 13 noviembre 2018 05:03 AM
Donald Trump tas elecciones intermedias
Reacción. La toma demócrata de la Cámara de Representantes garantiza un incómodo periodo para la Casa Blanca.

(CNN) - El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, está intensificando su desafío a las restricciones constitucionales y a las normas de gobierno que ya enfrentan su prueba más grave desde el Watergate en la década de 1970.

Trump ha reaccionado ante la próxima mayoría demócrata en la Cámara de Representantes, aumentando su ataque al sistema de Washington que fue electo para trastocar, pero de una manera que podría llevar a la nación a un territorio político peligroso.

En los días posteriores a la fractura de la mayoría republicana del poder en Washington, Trump ha desafiado el orden político en un amplio frente.

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El presidente instaló a Matthew Whitaker, un acólito que comparte su escepticismo sobre la investigación de Robert Mueller, como fiscal general interino. Además, ha avivado las teorías de conspiración sobre las elecciones robadas a raíz de la última controversia de conteo de votos de Florida y ha amenazado con usar los mecanismos del gobierno para investigar a los demócratas si ellos lo investigan a él.

Y ha intensificado su ataque a la prensa, incluso al confiscar el pase de la Casa Blanca al corresponsal en jefe de CNN, Jim Acosta, quien le hizo varias preguntas desafiantes a Trump durante una conferencia de prensa en la Casa Blanca.

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Todo esto se produjo días después de que Trump usó su poder como comandante en jefe para enviar tropas a la frontera para enfrentar, lo que llamó, una inminente invasión criminal de una caravana de inmigrantes que aún no se ha materializado.

Las medidas del presidente, con la perspectiva de que se avecinan más, han precipitado un momento surrealista en la política, y los veteranos de Washington debaten si se avecina una crisis constitucional, o si ya ha llegado.

¿El fiscal amenaza el Estado de derecho?

El epicentro actual del debate concierne a Whitaker, el ex jefe de personal del despedido fiscal general Jeff Sessions, quien tomó el puesto de su jefe.

“Nunca debería haber sido nombrado y… sí, violenta la Constitución y la visión de nuestros fundadores el nombrar a una persona así, de esa manera, para que sea el principal oficial legal de nuestro país”, dijo Nancy Pelosi, la próxima presidenta de la Cámara de Representantes, en el programa Face the Nation de CBS el domingo.

Las crecientes preguntas sobre la postura de Whitaker aumentarán la presión sobre el presidente para que nombre rápidamente a un fiscal general permanente. Pero ese candidato se enfrentará a una inquisición del Senado —liderado por los republicanos— sobre sus posturas en la investigación sobre Rusia.

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Los críticos de Whitaker temen que se niegue a firmar las citaciones que Mueller pueda solicitar, que reduzca el mandato de su investigación o que suprima el informe final del fiscal especial.

Su nombramiento ha aumentado los temores de que el presidente intente utilizarlo para descarrilar la investigación de Rusia. Esa es una posibilidad realista, debido a que Trump ya admitió en una entrevista en NBC el año pasado que despidió al director del FBI James Comey debido a la investigación, una medida que los críticos dicen que en sí misma equivale a un abuso de poder y a una obstrucción de la justicia.

Parece poco probable que Whitaker atienda los llamados para retirarse de la investigación, dado que la decisión de Sessions de hacerlo provocó la furia de Trump y envenenó su gestión.

Por lo tanto, podría corresponder a la nueva mayoría de la Cámara de Representantes demócrata actuar como un freno a cualquier intento por parte de Trump de utilizar a Whitaker para interferir con Mueller, a pesar del desafío del presidente a las normas legales representadas por su nombramiento.

Florida, Florida, Florida

El presidente estadounidense ha realizado frecuentemente afirmaciones de un fraude electoral masivo en Estados Unidos, a pesar del hecho de que toda la evidencia disponible sugiere que no es un problema significativo.

Así que no es de extrañar que haya entrado en acción para proclamar que la última controversia de votos en Florida es un ejemplo flagrante de un hurto demócrata en las urnas.

“Las elecciones de Florida deben decidirse a favor de Rick Scott y Ron DeSantis, ya que un gran número de nuevas papeletas aparecieron de la nada, y muchas boletas faltan o están falsificadas”, escribió Trump el lunes por la mañana después de haber pasado el fin de semana en París.

“Un recuento de votos honesto ya no es posible: boletas infectadas masivamente. ¡Se debe decidir según la noche de las elecciones!”.

Nadie discute la desafortunada tendencia del Estado del Sol a desencadenar controversias electorales. Y aún siguen pendientes respuestas acerca de la organización en las elecciones en los condados de Broward y Palm Beach, por ejemplo.

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Los abogados de los candidatos demócratas y republicanos están lanzando campañas de disputa. Cada parte tiene todo el derecho de defender su caso después de que el secretario de estado republicano de Florida ordenó comenzar los recuentos debido a los márgenes reducidos.

“Cada voto debe ser contado, pero, ¡por Dios! No permitamos que prevalezca el comportamiento fraudulento o anticonstitucional”, dijo el senador de Colorado, Cory Gardner, quien dirigió la campaña de elecciones intermedias del Senado republicano, a State of the Union de CNN.

Pero Trump parece estar reaccionando no a la evidencia de fraude, sino a recuentos de votos que están reduciendo la brecha entre el senado demócrata y los candidatos a gobernador Bill Nelson y Andrew Gillum, y los presuntos vencedores republicanos.

Así, la controversia de Florida marca la más reciente ocasión en la que está priorizando sus intereses personales por sobre el deber de un presidente de proteger la democracia de la nación.

Pero, al intervenir personalmente en la carrera, el presidente está poniendo en duda la integridad de la elección y podría causar un daño a largo plazo al propio sistema político de Estados Unidos, que se basa en el consentimiento público.

Su furiosa intervención contrasta con la reacción del presidente Bill Clinton durante una confrontación con consecuencias incluso mayores en Florida, el recuento amargamente disputado en las elecciones presidenciales del año 2000, que finalmente fue entregado a George W. Bush sobre el demócrata Al Gore por parte de la Corte Suprema.

Clinton tomó medidas para evitar politizar el proceso, al comprender que el sistema de Estados Unidos dependía de que él se mantuviera fuera de la cuestión.

“No creo que deba involucrarme en eso”, dijo Clinton poco después de la disputada elección.

La intervención de Trump 18 años después es una de las razones por las que sus críticos temen que ignore o desdeñe las normas tradicionales que rigen el comportamiento presidencial.

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Arremetiendo contra el escrutinio

La toma demócrata de la Cámara de Representante garantiza un incómodo periodo de investigación y supervisión para la Casa Blanca que la mayoría republicana consideró innecesaria durante sus primeros dos años en el cargo.

“Pueden jugar ese juego, pero podemos jugar mejor, porque tenemos algo que se llama el Senado de Estados Unidos”, dijo Trump durante una conferencia de prensa el miércoles.

En la más reciente y preocupante señal para el presidente, el principal representante demócrata Jerrold Nadler le dijo a Jake Tapper en State of the Union que los demócratas examinarían los pagos ocultos a mujeres que alegan aventuras pasadas con Trump que podrían infringir las leyes de financiamiento de campañas.

“Eso podría muy bien ser un delito que cause un juicio político”, dijo Nadler.

Trump ha negado los supuestos asuntos.

El presidente ya reaccionó con furia ante la noción de una nueva era de escrutinio por parte de los demócratas, al prometer una postura “guerrera” si se llevara a cabo, e insinuó que podría utilizar los mecanismos del gobierno para investigarlos, durante una conferencia de prensa la semana pasada.

El presidente también actuó de una manera que hizo surgir entre muchos observadores cuestionamientos sobre la Primera Enmienda al tomar el paso sin precedentes de confiscar el pase de prensa permanente de Acosta después de que interrogó al presidente sobre la caravana de migrantes.

¿Qué tan profunda es la crisis?

Los eventos de los últimos días apuntan claramente a un desafío creciente por parte de la Casa Blanca a las convenciones políticas y a las barreras de protección, uno que podría agudizarse aún más si la reorganización de Trump de los altos funcionarios lo libra de las influencias restrictivas restantes.

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Es más difícil evaluar si las acciones del presidente ya han sumido a la nación en una crisis constitucional, o si el sistema de controles y balances lo ha mantenido en el lado correcto de esa línea.

Después de todo, dos años después de ser elegido, los votantes decidieron introducir una nueva forma de rendición de cuentas en Washington con una Cámara de Representantes demócrata después de que los republicanos no dieran señales de estar dispuestos a imponer control a los excesos del presidente.

Los tribunales han atenuado algunas de las ideas más radicales de Trump, diluyendo la prohibición de viajar por parte de los musulmanes que propuso al principio de su presidencia. El nuevo uso de Trump del poder ejecutivo para limitar las solicitudes de asilo, en una aparente contravención del derecho internacional, pronto tendrá su día de revisión en los tribunales.

Pero los sistemas políticos deben ser nutridos constantemente para que se mantengan saludables. Y la retórica del presidente sobre la controversia de Florida, en especial, parece acercarse a la zona de peligro.

Un veterano observador, Leon Panetta, ex jefe de personal de la Casa Blanca para Clinton y secretario de Defensa del presidente Barack Obama, cree que las instituciones de la nación se mantienen firmes.

“Creo que, en última instancia, las instituciones que nuestros antecesores establecieron son lo suficientemente fuertes como para poder sobrevivir a cualquier gobierno”, dijo Panetta el jueves en The Situation Room.

Pero el hecho de que la pregunta sea incluso relevante es un testimonio del ánimo ensombrecido en Washington.

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