Los ataques de Trump contra servicios de inteligencia preocupan a republicanos
STEPHEN COLLINSON
Incluso después de dos años, los ataques del presidente estadounidense, Donald Trump, contra los jefes del espionaje de Estados Unidos resultan escandalosos al provenir de un comandante en jefe.
El bombardeo de Twitter del presidente sobre una matriz de amenazas globales producida por las agencias de inteligencia estadounidenses que contradice su idiosincrática visión del mundo no es una sorpresa dada su conducta pasada. Su hábito de crear una verdad que se ajuste a sus prejuicios y metas personales por sobre una versión objetiva de la realidad ha sido un trasfondo en su carrera política.
Pero, cuando ese método político a menudo exitoso es llevado al ámbito de la seguridad nacional, puede ser profundamente destructivo.
“Recientemente, él parece poner su postura política, las cosas que quiere lograr como objetivos políticos, muy por encima de cualquier evaluación informada que la comunidad de inteligencia le esté brindando”, dijo Carrie Cordero, exasesora del fiscal general adjunto para la seguridad nacional a CNN el miércoles.
El ataque de Trump a la comunidad clandestina incluso ha preocupado a algunos republicanos que por lo general son reacios a criticar al presidente.
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“Prefiero que el presidente se mantenga alejado de Twitter, particularmente con respecto a estos importantes problemas de seguridad nacional en los que hay personas que son expertos, que tienen preparación y son profesionales”, dijo el senador John Thune, un republicano de Dakota del Sur.
“Creo que, en esos casos cuando se reduce a tu juicio, debes tomar en consideración lo que te están diciendo. Creo que debemos confiar en el juicio de ellos”.
El presidente de inteligencia del Senado, Richard Burr, se negó a criticar los tuits de Trump, pero defendió a los servicios secretos.
“Tengo una fe absoluta en la comunidad de inteligencia”, dijo el republicano de Carolina del Norte.
El rechazo de Trump a las evaluaciones de la agencia de inteligencia de que Rusia interfirió en las elecciones de 2016 sacudió sus lazos con los altos espías de su gobierno durante su primer año en el cargo. Con frecuencia, su objetivo parecía ser lubricar su ofensiva unilateral de adulación contra el presidente Vladimir Putin, que continúa hasta ahora.
Su afirmación de haber puesto fin a la amenaza nuclear de Corea del Norte con su cumbre meramente fotográfica con Kim Jong Un desafía los informes de la CIA, al igual que su afirmación de que ISIS ha sido golpeado “gravemente”, lo cual utilizó para justificar su repentina exigencia el mes pasado de un retiro de tropas de Siria, que también le da una ventaja a Moscú.
Ahora, Trump está inventando su propia versión de los hechos para justificar su retiro de un acuerdo nuclear de la era de Obama debido a que el acuerdo era “defectuoso en su núcleo”.
“La gente de Inteligencia parece ser extremadamente pasiva e ingenua en lo que respecta a los peligros de Irán”, escribió Trump en Twitter el miércoles, un día después de explosivos testimonios de los jefes de inteligencia en el Capitolio.
¿Por qué importa la hostilidad hacia los espías estadounidenses?
No tiene precedentes que un presidente estadounidense esté tan públicamente y con tanta frecuencia en guerra con la comunidad de inteligencia. Las hostilidades proporcionan una ventaja directa a los servicios de espionaje extranjeros en lugares como Rusia, China e Irán.
Crean confusión entre los aliados de Estados Unidos sobre la política exterior del país. Y la tensión golpea la moral de las agencias atendidas por funcionarios que carecen de salarios altos y que a veces se les exige que arriesguen sus vidas.
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El bombardeo de Trump en Twitter contra el director de Inteligencia Nacional Dan Coats y la directora de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés), Gina Haspel, fue una respuesta característica de un presidente que revira con fuerza cuando se siente públicamente avergonzado.
“La gente de Inteligencia parece ser extremadamente pasiva e ingenua en lo que respecta a los peligros de Irán. ¡Están equivocados! Cuando me convertí en presidente, Irán estaba causando problemas en todo el Medio Oriente y más allá. Desde que terminó el terrible acuerdo nuclear con Irán, son MUY diferentes”, tuiteó desde su cuenta @realDonaldTrump.
The Intelligence people seem to be extremely passive and naive when it comes to the dangers of Iran. They are wrong! When I became President Iran was making trouble all over the Middle East, and beyond. Since ending the terrible Iran Nuclear Deal, they are MUCH different, but....
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) January 30, 2019
Pero también fue otro ejemplo de cómo el presidente prioriza sus propios objetivos políticos cuando entran en conflicto con los juicios de la comunidad de inteligencia. Destruir el acuerdo con Irán fue una parte clave de su plataforma de campaña de 2016, y obtenía más ganancia política al cumplir su promesa que al reevaluarla con base en los hallazgos de los expertos estadounidenses.
Nadie puede entender por qué Trump es tan solícito con Putin. Quizás el informe del fiscal especial Robert Mueller arroje luz sobre la misteriosa relación pasada de Trump con una nación que los oficiales de inteligencia de Estados Unidos dicen que buscó para ayudar a su campaña de 2016.
Pero su amistad con Putin le obliga a poner continuamente en duda la creencia de la comunidad de inteligencia de que hubo un esfuerzo generalizado de interferencia electoral montado por las agencias de espionaje de Moscú.
El desdén más notorio de Trump hacia la inteligencia estadounidense se produjo durante su cumbre con Putin en Helsinki el año pasado, en una impactante exhibición pública de un presidente estadounidense poniéndose del lado de uno de los enemigos de su nación por sobre su propio gobierno.
Ya no hay adultos en la habitación
El ataque a las agencias de espionaje estadounidenses por parte de Trump, y los intentos de confundir la verdadera historia de lo que sucedió en la elección, proporcionan un dividendo constante para el intento de Moscú de sembrar el caos en el sistema político estadounidense.
Pero la táctica no solo es útil para Trump porque ayuda a avanzar su propia agenda política personal. Al ser su campaña de 2016 el objetivo de una investigación de dos años de duración primero liderada por el FBI y luego entregado a Mueller, a Trump le gusta validar su cruzada política al afirmar que es víctima de una guerra siniestra por parte del “Estado profundo” centrada en la comunidad de inteligencia.
El constructo alimenta a los sectores de la base de Trump con mentalidad de conspiración y reafirma su imagen como un cruzado contra la élite de la clase establecida en Washington.
Es irónico que un presidente republicano adopte posiciones tan contrarias a la imagen propia de su partido como el adulto en la sala de la seguridad nacional.
El malestar del Partido Republicano por su actitud populista y nacionalista respecto de la política exterior se ha vuelto cada vez más evidente en los últimos días.
El líder de la mayoría en el Senado, Mitch McConnell, está impulsando una enmienda a un proyecto de ley de política sobre Medio Oriente que reconozca que “Al Qaeda, ISIS y sus afiliados en Siria y Afganistán siguen siendo una seria amenaza para nosotros aquí en casa”.
El esfuerzo del republicano de Kentucky es una reprimenda directa a los planes de Trump de retirar las tropas de Siria y desarrollar una estrategia para reducir a la mitad la guarnición estadounidense en Afganistán.
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“Reconocería los peligros de una retirada precipitada de cualquiera de los conflictos y destacaría la necesidad de un compromiso diplomático y soluciones políticas para los conflictos subyacentes en Siria y Afganistán”, dijo McConnell el martes.
McConnell se estaba posicionando como la voz del tradicional consenso militarista republicano sobre política exterior. Aunque podría argumentarse que, acerca de la idea de regresar tropas a casa provenientes de largas guerras extranjeras, el presidente está más en sintonía con la opinión popular que sus críticos, una visión respaldada por los primeros intercambios en la carrera demócrata de la Casa Blanca.
En otra medida que podría irritar a Trump, el presidente del Comité Judicial del Senado, Chuck Grassley, de Iowa, firmó esta semana un proyecto de ley que requeriría la publicación de un resumen del informe final de Mueller ante el Congreso y el público.
Un gran número de miembros republicanos de la Cámara de representantes —aparte de un grupo de partidarios a muerte de Trump— respaldaron un proyecto de ley aprobado por la nueva Cámara liderada por los demócratas que dio un apoyo récord a la OTAN, que ha sido constantemente socavado por el presidente.
Pero la rebelión republicana tiene un límite y generalmente se limita a la seguridad nacional, un área donde los legisladores del Partido Republicano pueden disentir con el presidente sin sufrir un costo personal entre los votantes de base que sea demasiado doloroso.
Y fue notable que, en el drama de cierre del gobierno que terminó la semana pasada, y pese a la frustración tras bambalinas entre los senadores del Partido Republicano, McConnell no propuso ninguna medida ante los legisladores que hubiera podido debilitar la posición de Trump.
Manu Raju y Laurie Ure de CNN contribuyeron a este reportaje.