David Culver, Yong Xiong y Nectar Ga
Faltan tan solo tres días para el Año Nuevo Lunar, la fiesta más importante del calendario chino, pero en la ciudad china de Wuhan hay pocas razones para celebrar.
En diciembre comenzó un brote letal del coronavirus nuevo en esta ciudad de once millones de habitantes. En cuestión de semanas, el virus ha matado a 17 personas, ha hecho enfermar a cientos y se ha propagado incluso hacia Estados Unidos.
Wuhan ha estado en alerta máxima desde que se confirmó que hay cientos de personas infectadas a principios de esta semana.
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Se esperaba que las celebraciones del Año Nuevo atrajeran a cientos de miles de personas, pero se han cancelado. En algunas partes de la ciudad, incluida una importante zona comercial, las calles están prácticamente vacías y la mayoría de las personas que van por la calle llevan cubrebocas.
El mercado de mariscos de Huanan, en el centro de la ciudad, está vacío. Los locales están cerrados. La Policía y algunos elementos de seguridad, protegidos con cubrebocas, montan guardia afuera y prohíben que la gente filme o entre a las zonas acordonadas.
El mercado siempre ha sido popular en esta época del año porque los clientes acuden a abastecerse de pescado y mariscos para los banquetes de Año Nuevo Lunar con la familia y los amigos. Pero este año, las autoridades chinas y los científicos dicen que los animales silvestres que se venden en este mercado son el foco probable de la cepa nueva de coronavirus, que pertenece a la misma familia del letal virus que causa el síndrome respiratorio agudo severo (SARS, por sus siglas en inglés).
El virus, que puede infectar a humanos y a animales, se ha propagado a Tailandia, Japón, Corea del Sur, Taiwán y Estados Unidos. Las autoridades del estado de Washington confirmaron el primer caso en suelo estadounidense el martes, 21 de enero.
El mercado ha estado cerrado desde el 1 de enero para desinfección, pero las autoridades sanitarias no han encontrado los animales que originaron el brote.
Cerca del mercado de mariscos de Huanan, Xiao Chuan'an, vecina de una ciudad cercana, vende caña de azúcar que trajo de la provincia meridional de Guangdong.
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"Estoy un poco asustada", dijo en entrevista con CNN. "¿Cómo no me voy a preocupar? La situación suena realmente grave. Las noticias en el teléfono suenan muy aterradoras".
La Comisión Nacional de Salud de China confirmó esta semana que el virus puede contagiarse de persona a persona , luego de que las autoridades sanitarias de Wuhan sostuvieran, durante dos semanas, que no había "pruebas claras de la transmisión humano a humano".
Hasta el miércoles había 270 personas infectadas en la provincia de Hubein, en donde se sitúa Wuhan, y nueve de ellas han muerto, según la comisión. En toda China se han confirmado al menos 453 casos, lo que suscita temores por una posible epidemia.
Xiao dijo que su familia la ha urgido repetidamente a que regrese a casa por miedo a que contraiga el virus en Wuhan. Sin embargo, ella quiere quedarse a vender la caña. Lamentablemente, las ventas no van muy bien porque la gente tiene demasiado miedo como para ir de compras al mercado, explicó.
"Pueden verlo: ¿parece la atmósfera del Año Nuevo chino?", dijo. "No sé cuándo terminará la epidemia de neumonía… tal vez tenga que comer fideos instantáneos en Año Nuevo".
El gobierno de la ciudad anunció una serie nueva de medidas el martes para contener el brote; sin embargo, algunos críticos dicen que es demasiado tarde porque el virus se ha propagado a varias provincias del país.
Las agencias turísticas en Wuhan tienen prohibido llevar grupos de excursión afuera de la ciudad. Desde el 14 de enero se han instalado termómetros infrarrojos en el aeropuerto, estaciones de trenes, terminales de autobuses y puertos para medir la temperatura de los pasajeros que salen de la ciudad, según la prensa oficialista.
La ciudad tiene más de 60 rutas que conectan a Wuhan con ciudades de todo el mundo y tiene vuelos directos a Nueva York, San Francisco, Sídney, París y Londres, así como más de cien vuelos nacionales a otras ciudades chinas importantes. También es un centro de transbordo de la red china de trenes de alta velocidad.
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En la estación del tren de alta velocidad, los únicos rostros que destacan son los que están descubiertos. La gran mayoría de los pasajeros lleva cubrebocas. Uno de los empleados ferroviarios —que también lleva cubrebocas y guantes— pone un termómetro sobre la frente de cada pasajero que se dispone a salir de la estación para revisar si tiene fiebre.
En un tren de alta velocidad que va de Beijing a Wuhan, los empleados ferroviarios y los guardias de seguridad tienen el rostro descubierto. Una de las empleadas le dijo a CNN que la administración les pidió que no se pusieran cubrebocas para no desatar el pánico entre los pasajeros. No obstante, agregó que la empresa está preparándose para comprar cubrebocas y que empezarán a usarlos si las cosas empeoran.
Algunos de los hoteles de la ciudad señalaron que también revisarán a los huéspedes, que les tomarán la temperatura y les pedirán que se desinfecten las manos al entrar.
El miércoles, 22 de enero, el gerente general del hotel Westin de Wuhan dijo en entrevista con CNN que le pidió a su personal que empiecen a usar cubrebocas, "tanto por su seguridad como por la de nuestros huéspedes".
Sin embargo, hay a quienes no les preocupa tanto el brote. Yan Weixi, una vendedora de yaca que no llevaba cubrebocas, dijo que la situación no le parecía "tan aterradora".
"He estado revisando las instrucciones en internet… como beber más agua o lavarte las manos con más frecuencia. Creo que con eso está bien", dijo Yan, quien proviene de la provincia de Heilongjiang, en el noreste del país, y pasará el Año Nuevo Lunar en Wuhan por primera vez.
"Lo más importante es mantener una actitud positiva, porque si estás más asustado, es más probable que te contagies del virus", dijo. "Esa es mi opinión".
