Vicenza y Padua forman parte de Véneto, una de las regiones más afectadas de Italia junto con Lombardía y Emilia Romaña. La alta densidad de fábricas y los fuertes lazos económicos con China se han presentado como posibles razones del brote en la zona.
"Decimos esto en voz alta a las autoridades: "Dense prisa", dijo Cesare Mastroianni, vicepresidente de Absolute, un fabricante de yates de lujo de Piacenza, en Emilia Romaña. "El confinamiento ya ha causado un daño incalculable".
Los sindicatos han amenazado con ir a la huelga a menos que el Gobierno mantenga paradas las actividades no fundamentales. Proteger la salud está por encima de la riqueza, dicen, y aunque muchas empresas presionan por la reapertura de las fábricas, no van a poner en riesgo su personal.
"Tengo muchos pedidos pero no puedo reabrir mientras exista el riesgo de que los empleados se enfermen. Reabriré cuando los organismos responsables decidan lo que se puede hacer", dijo Gaetano Bergami, fundador de BMC, un productor de filtros de aire para la industria automovilística con 100 empleados.
Con una previsible caída del producto interior bruto de Italia del 6% este año, según las previsiones de Confindustria, la deuda pública disparándose hasta el 150% del PIB y miles de personas pidiendo ayudas al Estado, crece la presión sobre Conte para que presente un plan detallado de recuperación.
"No podemos esperar a que todo pase. Si nos mantenemos cerrados, la gente se morirá de hambre", dijo el ex primer ministro Matteo Renzi, líder del partido gobernante centrista Italia Viva, al periódico católico L'Avvenire.
Con información de AFP, EFE y Reuters