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El antifascismo, un movimiento que lucha contra el racismo desde el siglo XX

Los grupos antifa buscan bloquear el resurgimiento de neonazis y grupos de blancos supremacistas en Estados Unidos desde 1950, pero Trump los ha puesto en el radar últimamente.
mié 03 junio 2020 05:04 AM
Políticas
En las protestas participan una enorme variedad de personas con posciciones políticas distintas.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, enfrenta la crisis social más grave desde el inicio de su gobierno con las manifestaciones después del homicidio de George Floyd, un hombre negro, por parte de un policía.

Para el gobernante las manifestaciones en decenas de ciudades estadounidenses, que en algunas ocasiones han terminado en disturbios y saqueos, son responsabilidad de los grupos de extrema izquierda.

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Trump, quien solo ha tuiteado una vez sobre la muerte de George Floyd, responsabiliza a la antifa de organizar las protestas, por lo que ha pensado en designar a este tipo de grupos como organizaciones terroristas.

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Sin embargo, los grupos antifa o antifascistas no son una organización político tradicional. Esto es lo que sabemos sobre los movimientos antifascistas en Estados Unidos.

Su origen

La Antifa básicamente no es un grupo ni una organización política al uso tradicional, sino un movimiento de corte anarquista que no cuenta con una estructura jerárquica ni un programa definido, y cuyos objetivos van desde la lucha antisistema más radical a la búsqueda de la justicia social más idealista.

Aunque sus antecedentes históricos en Estados Unidos pueden estar en las luchas antirracistas estadounidenses de la segunda mitad del siglo XX, los orígenes del antifascismo se remontan a las décadas de 1920 y 1930, con la lucha contra el fascismo italiano de Benito Mussolini, el nazismo de Adolf Hitler y el franquismo antes, durante y después de la Guerra Civil española, según académicos.

Pese a sus ruidosas protestas, durante mucho tiempo estos grupos pasaron prácticamente desapercibidos en Estados Unidos, un país en el que la izquierda radical es una rareza.

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Una indignación vieja

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La muerte de Georges Floyd reavivó la indignación en un país dividido política y racialmente que ha sido muy golpeado por la pandemia de coronavirus, que a su vez ha impactado de forma desproporcionada a los afroamericanos.
FOTO: Notimex/Xinhua/Michael Nagle
Histórico

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Por primera vez en la historia, la Casa Blanca apagó su luces debido a las protestas en los alrededores.
FOTO: Reuters/Jonathan Ernst
Dejen de matarnos

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Entre las consignas de los manifestantes está "Dejen de matarnos", en alusión a la brutalidad policial contra la comunidad afroamericana.
CAITLIN OCHS/REUTERS
Anti-police brutality demonstrations outside the White House

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El toque de queda se extendió en Washington D.C., donde las autoridades intentaron contener varios focos de incendios cerca de la Casa Blanca.
FOTO: AFP/Samuel Corum
Disturbio

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Este estallido de protesta es el más extendido que ha vivido Estados Unidos desde 1968 cuando varias ciudades sufrieron incendios tras el asesinato del líder negro emblema de la lucha por los derechos civiles, Martin Luther King Jr.
FOTO: AFP/Robert Schmidt
Protestas

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"Tenemos hijos negros, hermanos negros, amigos negros y no queremos que mueran", dijo a la AFP en la localidad de Saint-Paul Muna Abdi, una manifestante negra de 31 años.
FOTO: AFP/John Moore
Un movimiento estodunidense

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Las protestas se han realizado en por lo menos 40 ciudades de Estados Unidos.
FOTO: Reuters/Jim Bourg
Múltiples locaciones

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Otras manifestaciones tuvieron lugar en Washington, Denver, Miami y Nueva York. "Black Lives Matter" ("La vida de los negros vale"), "No puedo respirar" (las últimas palabras pronunciadas por George Floyd) son las consignas más coreadas en las protestas.
FOTO: AFP/Michael Ciaglo
La desigualdad mostrada

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"En EU, las manifestaciones (...) ponen de manifiesto no solo la violencia policial contra los ciudadanos de color sino también las desigualdades en el ámbito de la salud, educación y empleo y también la discriminación racial endémica", estimó la Alta Comisionada de la ONU para los derechos humanos, Michelle Bachelet.
FOTO: AFP/Alex Wong
Una crisis social

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El presidente estadounidense, Donald Trump, vive la crisis más grave de su mandato frente a estos miles de manifestantes que protestan contra la brutalidad policial y el racismo.
FOTO: AFP/Joseph Prezioso
Homicidio

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Una autopsia oficial difundida una semana después de su muerte determinó que George Floyd murió por "homicidio" debido a la "compresión del cuello" cuando un policía lo inmovilizó.
FOTO: Reuters/Carlos Barria

La antifa, según el Servicio de Investigación del Congreso, no tiene una organización nacional ni un líder.

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El servicio la describe como una entidad "descentralizada, radical, de grupos o individuos afines".

La mayoría no son violentos, dice el informe, pero "una parte de los miembros del movimiento Antifa quiere cometer delitos para promocionar sus creencias".

Su presencia en EU

En las últimas dos décadas grupos antifascistas en Estados Unidos hicieron campaña por asuntos sociales.

"Creemos & peleamos por un mundo libre de fascismo, racismo, sexismo, homo/transfobia, antisemitismo, islamofobia & intolerancia", dijo en su cuenta de Twitter esta semana Antifa New York.

Pero el objetivo principal era bloquear el resurgimiento de neonazis y grupos de blancos supremacistas. Uno de los más antiguos, el Antifa de Rose City, Oregón, impidió en 2007 un festival de música organizado por neonazis.

Los activistas de la Antifa son a menudo identificados por Trump y sus seguidores como "alt-left", contrapuestos a la "alt-right" (derecha alternativa) que apoyan al gobernante y que engloba a los grupos ultranacionalistas bancos.

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Desde el triunfo de Trump en 2016, Antifa se lanzó a confrontar los movimientos de ultra derecha directamente y a la desobediencia civil destructiva.

En los últimos años el movimiento ha visto cómo se han multiplicado sus grupos, según el historiador y académico Mark Bray, autor de "Antifa: El Manual del Antifascista".

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Bray, que también fue activista en Occupy Wall Street, llama "autodefensa preventiva" a esa táctica de la Antifa de usar la violencia contra los fascistas antes de que ellos sean violentos y lleguen a agredir a los colectivos minoritarios.

Durante la investidura de Trump, el 20 de enero de 2017, miembros de Antifa destrozaron ventanas y quemaron un auto en Washington.

En agosto de ese año estaban a la cabeza de contramanifestaciones cuando supremacistas blancos y neonazis marcharon en Charlottesville, Virginia, donde se produjeron batallas campales.

Ese día se produjeron altercados violentos entre ambos bandos y un supremacista mató a una mujer y causó una veintena de heridos al arrollar con su vehículo a un grupo de contramanifestantes.

Tras los acontecimientos de Charlottesville, el lingüista y filósofo estadounidense Noam Chomsky, una de las voces académicas más reconocidas de la izquierda estadounidense, se refirió a los antifascistas como "un gran regalo para la derecha".

¿Detrás de las protestas?

Pese a la mayor fuerza que ha venido cobrando, otros académicos, como Todd Gitlin, profesor de Periodismo y Sociología de la Universidad de Columbia, la antifa sigue siendo un fenómeno "relativamente pequeño" desde el punto de vista de la historia del antifascismo y de la actual "resistencia" contra el "Trumpismo".

Fuera de Trump y sus aliados, funcionarios federales y locales dicen que los disturbios generalizados de la última semana involucran a muchos grupos, tanto de derecha como de izquierda, y entre ellos, pero no solo, Antifa.

"Varios grupos terroristas domésticos de derecha e izquierda están instigando & cometiendo actos de violencia & saqueos", tuiteó Marco Rubio, presidente del Comité de Inteligencia del Senado.

La red ABC News reportó que el Departamento de Seguridad Interior cuenta con documentos de inteligencia que acusan a actores de ambos extremos del espectro político.

En Minnesota, donde comenzaron los disturbios, funcionarios dicen que los instigadores de la violencia son blancos nacionalistas, izquierdistas, anarquistas y hasta traficantes de drogas.

Bray dijo que ciertamente activistas de esa organización están involucrados. Apuntó que su dispersa estructura, formada de pequeñas células, hace imposible saber cuántos son.

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"Básicamente, no hay suficientes anarquistas o grupos antifa para desatar por sí mismas tanta destrucción", escribió el historiador en el diario The Washington Post.

¿Trump puede considerarlo terrorista?

Los más probable es que no. Estados Unidos carece de normas para calificar a grupos violentos domésticos de terroristas; como ocurrió con Al Qaida o Estado Islámico.

La designación mundial de terrorista es una poderosa herramienta: permite detener y encarcelar a cualquiera que exprese apoyo a esos grupos.

Eso no se aplica dentro de Estados Unidos por una simple razón: una ley así, temen muchos, tentaría a un líder a aplicarla contra rivales políticos

No obstante hay presiones para endurecer la calificación de delitos, especialmente debido a los frecuentes tiroteos masivos contra negros y judíos perpetrados por blancos nacionalistas desde hace años.

El director del FBI Chris Way dijo en febrero en el Congreso que los supremacistas blancos serían investigados de la misma forma que los simpatizantes de Estado Islámico y que se utilizarían equipos antiterroristas de la entidad.

Aunque el Fiscal, General Barr, señala a Antifa como una fuente de disturbios, tiene limitaciones para trasladar la investigación a esa fuerza antiterrorista.

Indicó que el foco debe ponerse en crímenes federales que involucren cruzar fronteras de estados para participar en disturbios.

Con información de EFE y AFP

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