Al explicar que estaba siguiendo el "consejo de su médico", el candidato demócrata a la Casa Blanca, de 77 años, anunció el martes que no organizará actos públicos masivos en esta campaña "inusual".
Biden podría reconsiderar esta decisión si la situación mejora en el país, pero dadas las nuevas oleadas de casos de covid-19, es probable nada cambie.
Después de estar confinado en su casa durante dos meses, el exvicepresidente de Barack Obama protagonizó en junio pequeños actos públicos.
Siempre protegido por un tapabocas, Biden intenta aparecer como un líder responsable, concepto repetido una y otra vez por su equipo para marcar la diferencia con su rival republicano.
"Continuaremos usando todas las herramientas disponibles para resaltar el obvio contraste entre la lenta y caótica respuesta de Donald Trump a la COVID-19" y el manejo de la crisis por parte de Biden, dijo a la AFP Michael Gwin, portavoz de la campaña del demócrata.
Pero esta elección es arriesgada. Al privarse de una plataforma privilegiada como son los actos públicos, Biden se arriesga a entregar terreno al equipo de Trump, que intenta presentarlo como un anciano casi senil que evita aparecer ante la multitud.
Y aunque Donald Trump estaba ansioso de que llegara la hora de volver a los actos presenciales, un terreno en el que se mueve como pez en el agua.
Pero su anunciado regreso en Tulsa, Oklahoma, el 20 de junio, se convirtió en un fiasco, y hoy el magnate republicano, de 74 años, corre muy por detrás de Biden en las encuestas.
Su equipo admitió el martes que todavía no tiene en agenda un nuevo evento público de campaña.
El impacto de los mítines sobre la elección de los votantes "no es suficiente para superar el de la situación económica, las preocupaciones por la salud pública o el desempleo", señaló sin embargo John Brehm, profesor de ciencia política de la Universidad de Chicago.
Con información de AFP y Reuters