El rebrote en Melbourne, que provocó el cierre de la frontera entre los estados de Victoria y Nueva Gales del Sur, que entre ambos representan más del 50% de la población y de la economía australianas, es seguido con cuidado por el resto de las jurisdicciones del país.
Una avalancha de viajeros que cruzaron la frontera hacia la vecina Nueva Gales del Sur el miércoles ha generado preocupación por la posibilidad de que los esfuerzos resulten arruinados.
Estamos "en alerta máxima", dijo la jefa del Ejecutivo de Nueva Gales del Sur, Gladys Berijiklian, ante la posibilidad de que se den contagios locales en la frontera común o por viajeros procedentes de Melbourne que viajaron a Sídney.
"Unos pocos casos que llegan desde Victoria pueden torcer los números en dirección de la epidemia, con brotes que serán muy difíciles de controlar", dijo la epidemióloga Mary Louise McLaws a la emisora pública ABC.
A su vez, el estado de Queensland anunció el jueves que rechazaría a todos los viajeros provenientes de Victoria.
Australia acumula casi 9,000 casos de COVID-19, entre ellos 106 fallecidos, de los cuales más de 3,400 y de 2,900 se han registrado en Nueva Gales del Sur y Victoria, respectivamente.
Con información de AFP y EFE