"La idea de no poder ver a la gente que quieres y por la que te preocupas es angustiante", dijo entre lágrimas Monica Marshall, una residente de Melbourne, cuya madre de 91 años entró recientemente en un hogar para ancianos.
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Sin vacuna ni tratamiento efectivo disponible, los expertos consideran necesaria el distanciamiento social para contener el virus, pero esa medida genera rechazo en muchas partes del mundo, por falta de información y por sus costes económicos.
"Quiero agradecerles su paciencia en la gestión de lo que estoy seguro ha sido algo que nos ha perturbado mucho en las últimas semanas", dijo el primer ministro australiano, Scott Morrison, a periodistas en Camberra, al referirse a la drástica medida adoptada para evitar una mayor tragedia sanitaria y económica.
En el primer día de confinamiento, el centro de Melbourne parece casi desierto, en contraste con la víspera, cuando se vio a una gran cantidad de gente en los bares y restaurantes para disfrutar del último momento en libertad.
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En partes

¿Y la distancia social?
En Melbourne los compradores vaciaron los supermercados y la principal cadena impuso restricciones a la venta de algunos productos.
El resto del territorio de Australia, que había logrado eliminar el coronavirus y había dado grandes pasos en su plan de recuperación económica, está en alerta máxima y ha adoptado medidas para prevenir y frenar cualquier propagación local a raíz de este rebrote en Melbourne, la capital del estado de Victoria.