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Ruanda, el ejemplo inesperado de la lucha contra el coronavirus

El país africano ha logrado frenar la propagación del COVID-19 por una a una combinación de liderazgo fuerte, cobertura sanitaria universal, trabajadores de la salud bien apoyados, según la OMS.
mié 12 agosto 2020 04:23 PM
Ruanda
Día y noche, la policía patrulla las calles y detiene a aquellos que no lleven puesta la mascarilla o estén en el exterior pasadas las 21:00 pm.

Aunque el coronavirus se ha extendido por todo el mundo y la pandemia parece cada vez más grave, sobre todo en países de América Latina y en Estados Unidos, hay varios países en el mundo que han logrado hacer frente a la enfermedad sin tener grandes pérdidas humanas.

El ejemplo por excelencia es Nueva Zelanda, que el martes reportó sus primeros casos comunitarios tras 102 días sin contagios. Muy lejos de ahí, en África del este, Ruanda ha hecho un trabajo que ha sido también reconocido por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

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El director del organismo, Tedros Adhanom Ghebreyesus , elogió el lunes "el progreso de Ruanda" debido, según dijo, "a una combinación de liderazgo fuerte, cobertura sanitaria universal, trabajadores de la salud bien apoyados y comunicaciones claras en materia de salud pública".

No ha sido el único en reconocer el buen trabajo de este país africano. La Unión Europea incluye a Ruanda en la lista de países a los que se recomienda a los Estados miembros abrir sus fronteras exteriores.

Desde el 14 marzo, cuando se detectó el primer caso, Ruanda ha reportado 2171 contagios y solo 7 muertes.

"Para un país con recursos limitados que enfrenta una posible epidemia en ese momento, Ruanda rápidamente se dio cuenta de que solo podía confiar en un enfoque multisectorial y coordinado adecuadamente", indica la OMS en su sitio web.

Así fue el origen de la Organización Mundial de la Salud

El país, de poco más de 12 millones de habitantes, ha realizado más de 280,000 tests, lo que lo sitúa entre los buenos alumnos en la lucha en África.

De acuerdo con la OMS, el laboratorio del Centro Biomédico de Ruanda comenzó con la capacidad de analizar cerca de 1,000 muestras diariamente, pero en cuatro meses la capacidad de análisis se multiplicó por 15 gracias a un cambio de la extracción manual de ARN a un sistema automatizado que proporciona resultados en el menor tiempo posible, conocido como sistema de agrupación.

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Esta estrategia permitía descentralizar la capacidad de hacer pruebas a través de los laboratorios periféricos del distrito.

"La capacidad de hacer pruebas de laboratorio determina una repuesta al COVID-19 eficiente, continuaremos con el impulso a nuestra capacidad y realizar tantas pruebas como sea posible", dijo a la OMS Edouard Ntagwabira del Laboratorio Nacional de Referencia.

En Ruanda, cualquiera que dé positivo en una prueba es inmediatamente puesto en cuarentena en una clínica dedicada al COVID-19. Cualquier contacto de ese caso que se considere de alto riesgo también se pone en cuarentena, ya sea en una clínica o en casa, hasta que pueda ser examinado.

Los trabajadores de la salud ruandeses llaman o visitan a cada contacto potencial de alguien que da positivo en la prueba.

"Realmente creemos que hacerlo es importante para asegurarnos de detectar y rastrear dónde podría estar el virus", dijo a la NPR el director del Centro Biomédico de Ruanda, Sabin Nsanzimana.

A pesar de que Ruanda es un país de bajos ingresos, de acuerdo con el Banco Mundial, todas las pruebas, así como el tratamiento para los enfermos, han sido otorgados de manera gratuita.

"Cualquier sistema de salud es tan fuerte como su eslabón más débil. No importa si es Ebola, COVID-19, samrampión u otro patógeno, un sistema de salud universal es nuestra mejor defensa", aseguró el ministro de Salud de Rusanda, Daniel Ngamije, de acuerdo con el sitio de la OMS.

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Medidas drásticas

Otras medidas adoptadas por el gobierno tras la declaración del brote fueron la cuarentena obligatoria para todos los viajeros que ingresan al país -una política análoga a la adoptada por Nueva Zelanda-,el uso obligatorio de mascarillas, el lavado de manos y la práctica del distanciamiento físico.

En Ruanda, las personas sorprendidas sin mascarilla o que se saltan el toque de queda son llevadas a estadios para inculcarles la importancia de respetar los gestos barrera y explicarles el peligro del nuevo coronavirus.

Día y noche, la policía patrulla las calles y detiene a aquellos que no lleven puesta la mascarilla o estén en el exterior pasadas las 21:00, cuando comienza el toque de queda. Desde mediados de julio, unas 70,000 personas han sido detenidas y conducidas a un estadio o centro de detención, según cifras oficiales.

"Estaba en el comercio donde trabajo, con la mascarilla en la barbilla y fue cuando ellos (la policía) me vieron y me dijeron: 'No estás usando tu mascarilla correctamente'. Me dijeron que me iban a llevar a un sitio para enseñarme a usarla", contó a la AFP un habitante.

"A partir de ahora, me la pondré dondequiera que me encuentre", promete este comerciante de Kigali.

Cada noche, cientos de personas acaban en estadios, como el de Amahoro, custodiados por policías armados.

Sentados en las gradas a más de un metro de distancia unos de otros, con la prohibición de moverse, deben escuchar los mensajes preventivos hasta el amanecer. Después los dejan en libertad pero bajo la obligación de autoconfinarse.

En el estadio, los altavoces transmiten las reglas de prevención y los animan a convertirse en embajadores de la lucha contra el nuevo coronavirus.

En algunos casos pueden elegir entre pasar la noche en el estadio o pagar una multa de unos 25,000 francos ruandeses en el caso de un particular (unos 22 euros, 26 dólares), en un país donde un camarero gana entre 50 y 100 euros (entre 58 y 117 dólares) al mes.

"Me detuvieron dos veces y pasé la noche en el estadio cada una de ellas. La primera me pillaron después del toque de queda y la segunda, también. La alternativa era pagar una fuerte multa, pero no tengo dinero, estoy buscando trabajo", cuenta Elly Niganze, de 25 años.

Según la policía, estas detenciones desempeñan un papel crucial para frenar la epidemia.

Pero los que terminan en los estadios son, paradójicamente, los afortunados. Otros han estado detenidos más tiempo y podrían llegar a ser procesados por "rebelión contra las autoridades", un delito sancionable con un año de prisión en Ruanda.

La mayoría de ellos son periodistas y blogueros que han intentado investigar sobre la epidemia en el país. Uno de ellos es Dieudonné Niyonsenga, un bloguero detenido en abril cuando trataba de documentar los efectos de la epidemia en los sectores más pobres de la población.

Antes de su detención, investigaba acusaciones de violaciones presuntamente cometidas por soldados encargados de hacer cumplir el toque de queda. Le acusan de usurpación de identidad, fraude y rebelión.

Human Rights Watch (HRW) pidió a las autoridades ruandesas que "pongan fin a las detenciones arbitrarias, incluidas las de periodistas y blogueros que intentan sacar a la luz los abusos".

También pidió a las autoridades que investiguen "las denuncias de asesinato, violaciones y otros delitos graves contra las fuerzas de seguridad durante el confinamiento".

Con información de AFP

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