3. Pocos médicos y camas en unidades de cuidados intensivos
Antes de la pandemia, Perú tenía un déficit histórico de 24,000 médicos, según el ex ministro de Salud Víctor Zamora. Había unos 13 médicos por cada 10,000 habitantes, uno de los promedios más bajos de América Latina. En regiones como Loreto era incluso la mitad.
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La emergencia hizo que un considerable sector dejara de atender por ser personal de riesgo, lo que el gobierno ha tratado de suplir contratando médicos extranjeros y estudiantes de Medicina recién salidos de la universidad.
Algo similar ocurre con las camas hospitalarias, especialmente de los respiradores artificiales en unidades de cuidados intensivos (UCI). Al inicio había apenas 900 (2.9 por cada 100,000 habitantes), de nuevo entre los rangos más bajos de la región, según el Panorama de la Salud 2020 de la OCDE. Solo 276 estaban disponibles para COVID-19. Ahora se han incrementado a más de 1,500 camas de UCI.
Esa escasez inicial se vio en regiones como La Libertad, en el norte del país, donde había un ventilador mecánico por cada 200,000 habitantes, según reportó en abril la Defensoría del Pueblo.
4. Rebeldía de la población
La población tampoco ha colaborado para evitar el colapso del sistema público de salud al saltarse casi desde el inicio la estricta cuarentena impuesta a mediados de marzo por el gobierno.