El sector público disminuirá sus trabajadores al mínimo y el privado podrá seguir t
trabajando con normalidad pero no estará permitido recibir clientes.
Las autoridades impusieron la semana pasada un toque de queda a unas 40 ciudades del país, en particular en las ciudades árabes y judías ultraortodoxas, con la esperanza de frenar la propagación del virus, lo que no impidió el aumento del número de casos, con hospitales y personal médico "desbordados" según Netanyahu.
Hartzazgo
"Sé que estas medidas tienen un coste alto para todos nosotros", dijo el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, tras anunciar la decisión. "Pero solo si cumplimos las reglas, y confío en que lo haremos, derrotaremos al virus", agregó.
Sin embargo, los israelíes viven con una mezcla de cólera y decepción la decisión del gobierno.
"Estoy realmente deprimida, voy a estar otra vez sola durante las fiestas (...) sin mis hijos y mis nietos" se lamentó con la AFP Rivka Vakninla, de 70 años. "¿Por qué ahora durante las fiestas?" dijo en referencia a la época del confinamiento.
Los israelíes aceptaron en mayor o menor grado el primer confinamiento de marzo-abril, que coincidió con la Pascua judía, pero esta vez son evidentes el hartazgo y la incomprensión.
"¡Es injusto!", comentó Eti Avishaï, una costurera de 64 años.