Un diplomático europeo, próximo de esas negociaciones, había dicho a periodistas hace una semana en Bruselas que ante la negativa del gobierno a postergar las elecciones la UE "no reconocerá ninguna institución, ni la Asamblea Nacional, ni la Suprema Corte" en Venezuela.
Borrell, en tanto, había sido convocado por el Parlamento Europeo a raíz del envío de la misión diplomática, ya que eurodiputados conservadores lo acusaron de emprender una operación "clandestina" para "legitimar" al gobierno de Maduro.
Según varios de esos legisladores, la oposición venezolana no había sugerido a Borrell que la UE proponga el aplazamiento de las elecciones, escenario que el jefe de la diplomacia europea rechazó de plano.
La diputada española del PPE Dolors Montserrat insistió en que se trató de una misión "semiclandestina" que no exigió al régimen de Maduro "elecciones presidenciales, la liberación de presos políticos, el retorno de los exiliados forzados ni el cese de la represión".
Ernest Urtasun, de los Verdes, consideró un "mecanismo habitual de la diplomacia europea" el envío de misiones como la que fue a Caracas, mientras que Manu Pineda, de Izquierda Unida, pidió reconocer la democracia y el diálogo y consideró que las elecciones previstas para el 6 de diciembre serán "democráticas y limpias".
Finalmente, el eurodiputado del ultraderechista Vox Hermann Tertsch dijo que "no podemos dejar que el régimen criminal de Maduro se perpetúe en esas elecciones" y Leopoldo López (padre del opositor venezolano homónimo), del PPE, consideró "ingenuo" no darse cuenta de que "el objetivo último de la dictadura de Maduro es mantenerse a toda costa en el poder"
"He hecho lo que tenía que hacer. Y lo volvería a hacer", reafirmó indignado Borrell, para quien la acalorada discusión de la jornada en el Parlamento no pasaba de una disputa política interna de España que se trasladó a Bruselas.
Con información de AFP y EFE