"Tomamos la decisión de reiniciar operaciones porque quisimos dar un mensaje de seguridad al país y a la comunidad internacional", comentó Arturo Schwarz, gerente de los dos hoteles Belmond de Cusco.
Otras cadenas hoteleras internacionales y peruanas reabrieron este fin de semana en Cusco, el Valle Sagrado y en Machu Picchu Pueblo, antes llamado Aguas Calientes.
La reapertura eleva las esperanzas de miles de personas que vendían artesanías, transportaban turistas o se ganaban la vida en otros oficios ligados al turismo.
El taxista Eberth Hancco, que hace unas semanas pudo volver a recoger pasajeros en el aeropuerto de Cusco, contó que en abril debió marcharse a la finca de sus padres en Paucartambo con su esposa y su hija de ocho años. "La situación ha estado muy mala, porque Cusco vive de turistas", indicó.
Este domingo la compañía PeruRail reanudó sus trenes turísticos entre Cusco y Aguas Calientes. Su competidor IncaRail lo hará el lunes.
Estricto protocolo
Las medidas que se aplicarán para visitar Machu Picchu en su reapertura al turismo serán estrictas. La ciudadela solo funcionará al 30% de su capacidad, lo que supone que apenas 675 personas recorrerán los vestigios de esta construcción cada día, una tercera parte que antes de la pandemia.
La vacuna china contra el COVID-19 llega a Perú para ensayos en voluntarios
Además, solo estará permitido el ingreso de 75 personas por hora, en grupos de ocho individuos como máximo, incluido el guía, quienes durante todo su recorrido deberán mantener una distancia de al menos dos metros entre ellos y de no menos de 20 metros entre otros grupos.
Al igual que en el tren, a los visitantes también se les tomará la temperatura mediante termómetros electrónicos y se les rociará con líquido desinfectante antes de iniciar su recorrido.
Desde que Machu Picchu, que recibió un millón y medio de visitantes en 2019, abrió al turismo en 1948, solo había cerrado una vez en 2010 (durante dos meses) porque un avión destruyó la vía férrea desde Cusco.
Con información de AFP y EFE