Bajo Trump, México ha tenido que sortear las abruptas demandas de contener la migración ilegal o enfrentarse a una caída de más de 600,000 millones de dólares en comercio bilateral anual.
López Obrador se ha adherido a los dictados migratorios de Trump, forjando una relación incómoda de cierta conveniencia mutua. A cambio, el mandatario mexicano se abrió espacio para cambiar las reglas sobre la inversión del sector energético.
Diplomáticos, políticos y expertos en política exterior creen que Biden dejaría atrás la política arriesgada y la coerción abierta.
"No habrá más 'bullying'. No se utilizará más el púlpito de la Casa Blanca para acosar a México, ya sea en la agenda comercial o en cualquiera de las otras agendas", dijo Andrés Rozental, exsubsecretario de Relaciones Exteriores de México.
"Regresaremos a una relación más normal. Con problemas y disputas comerciales y otras cosas", incluida la seguridad, dijo. "Pero serán tratados de la misma manera que en el pasado".
Comercio e inversión
Es poco probable que la administración demócrata revierta el T-MEC. Biden expresó su apoyo al acuerdo luego de que el Congreso de Estados Unidos aprobara su implementación en diciembre de 2019 y dijo que "la gran mayoría del movimiento sindical lo apoyó".
Donde podría haber una diferencia es en cómo una administración de Biden lo haría cumplir, dados los respaldos que el candidato obtuvo de los sindicatos. Los demócratas de la Cámara de Representantes de Estados Unidos aprobaron el T-MEC después de insertar medidas adicionales, las que Biden elogió, para crear paneles que garanticen que las fábricas mexicanas se adhieran a las protecciones laborales y permitir aranceles a las empresas que violen esas reglas laborales. La compañera de fórmula de Biden, Kamala Harris, fue una de los ocho senadores demócratas que no respaldaron al acuerdo.