En el centro de la ciudad, donde el oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) tiene uno de sus fortines, los centros estaban abiertos, pero con poca afluencia. En la Escuela Experimental Venezuela, donde están inscritas 4.900 personas, cerca de las 8 de la mañana habían sufragado 64, dijo Edgar Goyanez, coordinador del centro.
          José Guerra, un mototaxista de 52 años, dijo en la barriada de Catia, al oeste de Caracas, que se abstendría de votar porque "ya sabemos que el resultado está compuesto" o arreglado.
          "Si no merecemos su comida, luz, gas ni agua, ellos no necesitan nuestro voto", dijo esta semana Hernando Escobar, un dirigente indígena de 46 años que reside en Puerto Ayacucho, al sur del país. "Los militares nos tratan como perros", agregó.
          Un reciente sondeo de Datanálisis mostró que un 60,2% de los consultados no estaba dispuesto a votar, frente al 34% que sí deseaba hacerlo. En ese mismo sondeo, un 92% consideró como negativa la situación del país, castigado por la hiperinflación, la recesión y devastados servicios públicos.
 
           
          Tras cambiar su tradicional centro de votación en el oeste de Caracas, Maduro sufragó en Fuerte Tiuna, un vasto complejo en el sur de la ciudad que sirve de sede del Ministerio de Defensa.
          Jefes del oficialismo han dicho que esperan un triunfo con al menos 6 millones de votos.
          Diputados opositores dijeron en una conferencia de prensa que era notable la ausencia de electores en distintos centros de votación del país, donde cuentan con voluntarios para reportarles el avance de la jornada.
          Los ciudadanos "saben que ser participante del fraude es ser cómplice de unos corruptos que son responsables del hambre, de la desolación de la falta de calidad de vida, de agua de gas e internet", dijo la diputada Delsa Solórzano.