China, por su parte, calificó las afirmaciones de Washington de "mentiras y teorías de la conspiración”.
"La posición oficial del gobierno chino es que trazar el origen es un asunto científico muy serio. Debemos confiar en los científicos y los expertos médicos para llegar a una conclusión basada en la ciencia y los hechos", afirmó recientemente la portavoz del Ministerio de Exteriores, Hua Chunying.
La OMS había sido acusada por Donald Trump de estar a las órdenes de Beijing pero la nueva administración estadounidense, encabezada por el demócrata Joe Biden, abogó el miércoles por una investigación internacional "clara y exhaustiva".
"Es imperativo que lleguemos al fondo del brote de la pandemia en China", dijo la portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki.
Washington evaluará "la credibilidad del informe de la investigación una vez que esté terminado", añadió.
Beijing se tomó mal esta advertencia y la diplomacia china rechazó las "injerencias políticas" que puedan poner en peligro "la búsqueda de resultados científicos serios”.
Además de los aspectos científicos, Beijing ha sido acusado de responder tarde a los primeros casos de contaminación descubiertos en Wuhan en diciembre de 2019, o incluso antes.
Los médicos que en su momento hablaron de la aparición de un virus parecido al SARS fueron acusados por la policía de difundir rumores.
La muerte de uno de ellos, Li Wenliang, desencadenó en febrero una inusitada polémica contra el régimen en las redes sociales.
La semana pasada, un comité bajo mandato de la OMS determinó que "las autoridades chinas locales y nacionales podrían haber aplicado medidas de salud pública de forma más enérgica en enero" de 2020.
Las familias de las víctimas del COVID-19 acusan por su parte a Beijing de intentar impedir que se pongan en contacto con los representantes de la OMS y pidieron que no se dejen engañar por China.
Con información de AFP y EFE