"Si me preguntan, es el mejor para continuar por otros cinco años", afirmó el alcalde en referencia al primer ministro, quien debe enfrentar unas duras elecciones el 23 de marzo próximo, las cuartas en menos de dos años.
No es el único apoyo árabe que Netanyahu ha conseguido en los últimos días. Antes de Salam, un destacado legislador árabe, Mansour Abbas, del partido Ra’am, se expresó también en favor de Netanyahu. De hecho, tras hacer el anuncio, el partido de Ra’am se separó de la Lista Conjunta Árabe, la coalición que, en las últimas elecciones, en marzo del 2020, había quedado tercera con 15 escaños en la Knesset.
Los apoyos de Salam y Abbas muestran que la estrategia de seducción de Netanyahu hacia los votantes árabes está teniendo éxito. En los próximos comicios, el primer ministro tendrá fuertes rivales no solamente a la izquierda, como Yair Lapid, de Yesh Atid, sino también de la derecha.
En efecto, Gideon Sa’ar, quien se escindió del partido de Netanyahu, el Likud, aparece tercero en las más recientes encuestas, con 14 bancas para su partido Nueva Esperanza. En el primer lugar, según el sondeo preparado por la televisión nacional, Likud está primero con 29 bancas, seguido por Yesh Atid, con 18.
La minoría árabe de Israel representa alrededor del 20% de la población, y si bien cuenta con todos los derechos ciudadanos, su situación social y económica se encuentra retrasada respecto de sus compatriotas judíos.
Líderes de la comunidad árabe también vienen reclamando desde hace tiempo un refuerzo de la lucha contra la delincuencia, otro de los grandes problemas que afligen a este segmento de la población.
Como parte de esta estrategia para obtener parte del voto árabe, Netanyahu visitó precisamente Nazaret a mediados de enero. La ciudad, considerada el lugar adonde creció Jesús, es uno de los bastiones de la minoría árabe en Israel.