En medio de la escasez, la inoculación de allegados "se convierte en bola de nieve porque se debió focalizar a la población objetivo, lo que quiere decir conocer bien el nivel de responsabilidad y el nivel de gravedad de cada persona a inmunizar", dijo Zuleta.
Después de publicada la lista de los 70 vacunados de privilegio, entre los que figuran personas mayores de 60 años —entre ellos el presidente— pero también jóvenes como el ministro de Economía Martín Guzmán, de 38 años, Fernández justificó que era "estratégico" atender a algunos altos funcionarios debido a sus responsabilidades.
Fernández fue de los primeros en recibir la dosis Sputnik V y lo hizo ante cámaras para transmitir confianza en la vacuna rusa.
"El problema es que si el gobierno hubiese publicado con anticipación los criterios de vacunación podría ahora estar en discusión el criterio, pero no la transparencia del proceso", refirió a la AFP el analista Carlos Fara.
Pablo Knopoff, experto en opinión pública, considera que "posiblemente nadie en Argentina le va a reprochar a un adulto mayor haber recibido la vacuna, pero sí al político que la facilitó. Para el argentino medio la pregunta que importa es ¿dónde está la vacuna de mi abuelo?”.
Bajo la presión de conseguir más vacunas en un mundo que se las disputa, Fernández pidió este martes declarar a la vacuna contra el COVID-19 un "bien global" para que quede libre de derechos intelectuales y pueda producirse libremente.
"El problema en Argentina no es solamente que faltan vacunas, sino que faltan con respecto a lo que se anunció que iba a haber, y la gente ve países vecinos, como Chile, que han logrado vacunar mucho más rápido", apuntó Knopoff.
Con información de AFP, EFE y Reuters