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Israel busca sanar las heridas dejadas por la desaparición de niños judíos

El gobierno israelí pagará indemnizaciones para las familias de los menores que fueron arrebatados a sus padres judíos árabes, bajo el pretexto de otorgarles una vida mejor en la década de 1950.
lun 01 marzo 2021 05:02 AM
Israel
Después de décadas de indignación, reclamos y negociaciones, el gobierno israelí anunció que está listo para pagar indemnizaciones a las familias afectadas por la desaparición de cientos de estos niños perdidos.

Shaul Simhi tenía diez meses cuando llegó a Israel en 1950 junto a sus padres y hermano, escapando de Yemen. La familia fue instalada en el campo de refugiados en Rosh HaAyin, en el centro del país, no lejos de Tel Aviv.

Una noche, Zahara, la madre de Shaul, le dio el pecho al pequeño y lo llevó a dormir a la sala de infantes adonde descansaban todos los bebés del campamento. A la mañana siguiente, el niño ya no estaba en la guardería, según relató en 1995 a la organización Amram el hermano de Shaul,

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Los encargados le dijeron a Zahara que Shaul se había sentido enfermo durante la noche y que decidieron llevarlo a un hospital cercano. Sin embargo, cuando los padres salieron rápidamente a buscarlo, se enteraron de que nunca había sido llevado al centro médico.

"Durante mucho tiempo, mis padres siguieron buscando en todos los hospitales, pero en vano", relató el hermano de Shaul, cuyo nombre no se dio a conocer. La familia presentó una denuncia ante la policía y después de algún tiempo les dijeron que el expediente había "desaparecido".

Lo extraño fue que, hacia la época en que Shaul debía cumplir los 18 años, comenzaron a llegar a la casa de los Simhi las cédulas para que se presentara a cumplir con el servicio militar, un hecho que se repitió en incontables oportunidades con otras familias afectadas por los secuestros.

Pero no hubo caso. "Hasta el día de su muerte —contó el hermano del niño perdido—, mi madre, de bendita memoria, no dejó de hablar de su hijo Shaul y desear que apareciera".

La historia de Shaul no es aislada. Se trata de una de las páginas más oscuras de la historia de Israel y no está relacionada con las guerras o el terrorismo. En la década de 1950, un número difícil de confirmar de bebés y niños que llegaron al país en el medio de la ola de inmigrantes judíos expulsados desde las naciones árabes fueron entregados a familias, también judías, pero de origen ashkenazí o europeo, para darles "una mejor vida".

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Los niños eran quitados, se supone que por trabajadoras sociales, sin consentimiento de las familias, a las que se informaba que los pequeños habían "muerto".

En estos días, después de décadas de indignación, reclamos y negociaciones, el gobierno israelí anunció que está listo para pagar indemnizaciones a las familias afectadas por la desaparición de cientos de estos niños perdidos.

Se trata de una historia con puntos en común con otros episodios que van desde las "generaciones robadas" de Australia —donde miles de niños fueron quitados a familias indígenas y entregados a instituciones "blancas" entre alrededor de 1869 y 1976— hasta el caso de los pequeños "huérfanos" haitianos "rescatados" por misioneros estadounidenses tras el terremoto del 2010, que en realidad no eran huérfanos.

Al igual que en aquellos casos, en el secuestro de niños judíos llegados a Israel se mezcla una acción aberrante con la convicción de que se puede conceder a estos pequeños "mejores" condiciones para crecer separándolos de sus padres y ubicándolos en un medio o situación social más acorde a los estándares europeos.

Un intento de compensación

Para intentar paliar las consecuencias de aquellos hechos, el gobierno del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, anunció el 22 de febrero que el estado pagará una serie de compensaciones a las familias que sufrieron la pérdida de los niños.

Netanyahu dijo que se trata de "uno de los asuntos más dolorosos en la historia" del país y que "ha llegado el momento de que las familias cuyos bebés fueron arrebatados reciban el reconocimiento del estado y el gobierno, y también una compensación económica".

Las indemnizaciones, reconoció el primer ministro, no cubrirán "el terrible sufrimiento por el que han pasado y están pasando" esas familias, aunque pueden servir como "pequeño consuelo" por su "gran paciencia" mientras se buscó establecer las responsabilidades del caso.

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En base a esta decisión, las familias de niños cuyo paradero sigue siendo desconocido recibirán 200,000 shekels (algo más de 60,000 dólares). Y en el caso de pequeños que efectivamente murieron, pero cuyo lugar de entierro no se conoce o no fue informado, la compensación será de 150,000 shekels (unos 45,000 dólares estadounidenses.

"No es posible un proceso de corrección"

Las organizaciones que vienen luchando por el esclarecimiento total de estos casos recibieron con indiferencia o enojo el anuncio del gobierno. Para ellas, obviamente, no se trata de dinero sino de saber qué ocurrió en realidad con aquellos niños desaparecidos, y de que el estado finalmente pida perdón.

La más conocida de las organizaciones de familiares de las víctimas, Amram, afirmó que, sin una actitud de diálogo por parte del estado, "no es posible un proceso de corrección y curación". Voceros de Amram dijeron que seguirán exigiendo "que el estado de Israel asuma la responsabilidad de la grave injusticia".

Por su lado, el mismo día del anuncio, el activista Rafi Shubeli, de la organización Forum Ajai, desmenuzó las fallas del anuncio del gobierno de Netanyahu. En primer lugar, destacó, el argumento detrás de la decisión de pagar indemnizaciones quedó enmarcado en "el sufrimiento de las familias" y no queda en claro "quién lo provocó y quién es el responsable".

Además, continuó, las compensaciones irán a las familias que presentaron sus casos ante la justicia, dejando afuera a aquellas cuyos casos quedaron sepultados bajo el peso de los años, el desconocimiento de las leyes de su nuevo país o simplemente el desaliento frente a la tragedia.

Shubeli señaló también que, con el desembolso de millones de shekels, el estado quiere presentar este episodio histórico como un "caso resuelto", sin haber efectivamente presentado sus razones y consecuencias y, de paso, presentándose como un actor "justo" que resuelve el dolor de los damnificados.

"Nuestra lucha continuará", porque "este asunto no va a desaparecer", resumió Shubeli.

La difícil labor de identificación

Y está claro que no va a desaparecer, porque muchos de los niños secuestrados siguen vivos, algunos como parte de familias adoptivas, formando parte de la sociedad israelí como heridas abiertas y testimonio de una historia de caos, dolor y convicciones racistas.

Incluso desde antes, y en especial después de la proclamación de la independencia de Israel, el 14 de mayo de 1948, una ola de sangrientos pogromos sacudió a las comunidades judías en los países árabes y en Irán. Se estima que alrededor de 850,000 judíos escaparon o fueron expulsados de esas naciones en aquellos años, en especial desde Yemen, Marruecos, Irak y Túnez.

A través de improvisados operativos de rescate, o esfuerzos personales, esas miles de personas, acostumbradas a vivir y hablar en árabe, llegaron a un Israel muy joven y austero, donde la mayoría fue instalada en campamentos de refugiados.

Entre aquellos inmigrantes había grandes diferencias. La principal, marcaba que las que llegaban desde Irak eran familias en general educadas y de buena posición económica, mientras que las yemenitas —y algunas de Marruecos— eran pobres, sin estudios o analfabetos.

Posiblemente por ello, el mayor número de niños desaparecidos de los campos de refugiados son yemenitas, a quienes la élite ashkenazi "blanca" de los fundadores de Israel verían con pena y de manera condescendiente.

¿Habrá sido por eso que funcionarios y trabajadoras sociales decidieron que algunos de esos niños pobres tendrían una mejor chance en la vida si eran entregados a familias de origen europeo?

Será difícil de saber. Por un lado, la investigación presuntamente más completa sobre el tema se concluyó en el 2001 pero sus resultados quedaron sellados por setenta años a causa de leyes de privacidad. Según ese reporte, resulta "posible" que algunas personas hayan actuado de manera personal y entregado niños en adopción, pero no se trató de una "conspiración" del estado.

Por otro lado, los protagonistas adultos de esta historia ya fallecieron.

Sin embargo, las esperanzas siguen con vida, en especial desde que comenzaron a estar disponibles los exámenes de ADN para establecer conexiones familiares.

De hecho, la organización Amram cuenta con una base de datos genéticos y un listado de personas relacionadas con el "Caso de los Niños Judíos Yemenitas", tal como se conoce al asunto en muchos reportes.

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