Aunque no tenía un papel oficial, Felipe, el duque de Edimburgo, fue una de las figuras más influyentes en la familia real durante más de 70 años.
Conocido por su fuerte carácter, Felipe de Mountbatten, nacido con el título de príncipe de Grecia y Dinamarca, ha sido el consorte más longevo en la historia de la monarquía británica.
Se retiró de la vida pública en 2017, pero continuaba participando en eventos familiares y acaparando atención en los medios por sus recurrentes problemas de salud y por embrollos como el accidente de tráfico que sufrió en 2019, cuando con 97 años conducía un todoterreno en las inmediaciones de su residencia campestre de Sandringham.
"Es mejor desaparecer que alcanzar la fecha de caducidad", había dicho hace unos años con su particular sentido del humor.
La "fortaleza" de Isabel II
El principal valor de Felipe fue ser "el único hombre del mundo en tratar a la reina como un ser humano, de igual a igual", explicó una vez Lord Charteris, ex secretario privado de la monarca.
Si bien era criticado por su conducta y sus comentarios a veces bruscos, los amigos decían que como el confidente más cercano de la reina Isabel II, aportando sensatez, inteligencia impaciente y una energía incansable a la monarquía.
"Él fue, simplemente, mi fortaleza y apoyo durante todos estos años", declaró Isabel en un inusual tributo personal a Felipe en un discurso por el 50 aniversario de bodas en 1997.