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El estallido social de 2019 marca el ritmo de las presidenciales en Chile

Los electores chilenos se inclinan por opciones menos moderadas que en el pasado, con el izquierdista Gabriel Boric y el ultraderechista Antonio Kast.
vie 19 noviembre 2021 05:04 AM
El candidato a la presidencia de Chile Gabriel Boric saluda a sus simpatizantes en su cierre de campaña en Valparaíso, Chile.
Seg{un analistas, Gabriel Boric representa una manera institucional de encauzar los reclamos expresados en el estallido social de octubre de 2019.

Los efectos del histórico estallido social que sacudió a Chile en octubre de 2019 prometen quedar reflejados en las elecciones presidenciales del próximo domingo. Lejos del tradicional respaldo a las coaliciones de centroizquierda y centroderecha que se sucedieron en el gobierno desde el retorno de la democracia en 1990, las preferencias de la mayoría de los chilenos están virando a opciones menos moderadas.

En medio de la polarización social entre quienes pretenden acelerar los cambios al esquema político y social que gobernó el país en los últimos 30 años, y aquellos que se resisten a esas transformaciones por temor a una radicalización, el izquierdista Gabriel Boric y el ultraderechista José Antonio Kast son los candidatos que emergen como principales canalizadores de esas demandas antagónicas, según los sondeos.

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"Boric representa una manera institucional de encauzar los reclamos expresados en el estallido social de octubre de 2019, y Kast aspira a encarnar a quienes están atemorizados por la profundidad que podrían tener esos cambios y por tanto desorden público", dice Javier Couso, académico de la Universidad Diego Portales, en Santiago.

Dos candidatos no tradicionales encabezan las preferencias

En los últimos dos meses los niveles de adhesión a Kast crecieron en forma vertiginosa. Con posturas que lo acercan al presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, Kast ha tenido éxito en su estrategia de ubicarse por fuera del establishment político. Pese a que fue diputado entre 2002 y 2018, ese posicionamiento viene impulsando su candidatura en medio del fuerte rechazo a la dirigencia política.

El crecimiento de Kast —su intención de voto saltó del 9% al 25% en los últimos dos meses, según la consultora Cadem— está moviendo el debate político en Chile hacia los extremos. No es para menos: una de las posturas que más define a Kast es su reivindicación a la dictadura de Augusto Pinochet, un régimen que se extendió por más de 16 años y que es responsable del asesinato o la desaparición de más de 3,200 personas, además del sometimiento a torturas a cerca de 40.000, según cifras oficiales.

"Hay una impugnación de la sociedad a la clase política y, simbólicamente, Kast ha logrado salirse de eso, lo que le está dando resultados", dice Raúl Elgueta, académico de la Universidad de Santiago. "Además, tiene un tono muy tranquilo, similar al de un pastor o a un sacerdote: de manera muy calmada puede decir las atrocidades más grandes". En esa línea, una de sus más recientes propuestas fue la construcción de una zanja de tres metros en la frontera ante el conflicto migratorio generado por la llegada de miles de venezolanos al país en los últimos años.

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Tras haber renunciado en 2016 a la Unión Demócrata Independiente —partido que históricamente apoyó el legado de la dictadura de Pinochet—, Kast endureció aún más su discurso y pasó a ser crítico de los derechistas que, según su visión, se habían subordinado a banderas de la nueva izquierda, como el femenismo y el ecologismo.

En ese recorrido hacia un extremo del arco político, Kast, además de propiciar un programa económico de reformas neoliberales, rechaza tanto la adopción de parejas del mismo sexo como el derecho al aborto, e impulsa el retiro de Chile del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas bajo el argumento que ese organismo no se ha pronunciado sobre la situación en Venezuela, Nicaragua y Corea del Norte.

El ascenso de Kast se registra a costa del derrumbe de Sebastián Sichel, el candidato apoyado por el presidente Piñera. La carrera del postulante oficialista sufrió un duro traspié cuando debió admitir que había retirado el 10% de su fondo de pensiones durante la crisis provocada por el COVID-19, una decisión que en los hechos contrasta con su cerrado discurso contrario al retiro de recursos acumulados en las Administradoras de Fondos de Pensión (AFP).

En cualquier caso, el crecimiento de las posturas más duras abre nuevos interrogantes sobre la estabilidad política de Chile.

"Kast parece apelar a cierta demanda de seguridad y orden público ante movilizaciones que han estado acompañadas en ocasiones puntuales por actos de saqueos, lo que generó la sensación de falta de control por parte de las autoridades en amplios sectores", dice Couso. "El peligro es que una presidencia suya podría polarizar aún más la situación, sería como echarle bencina a un fuego: el país requeriría más bien un presidente dialogante que lograra calmar los ánimos, y Kast es el personaje contrario para eso".

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En las antípodas ideológicas, Gabriel Boric, de 35 años, busca hacer suyas las demandas por una mayor igualdad expresadas en las masivas movilizaciones de hace dos años. Líder de las protestas estudiantiles de 2011 que reclamaban por una enseñanza gratuita y de calidad en unos de los países con la educación más cara del mundo, Boric reivindica al estallido social de octubre de 2019 como un quiebre en la historia de Chile.

En esa línea, también busca mantenerse lejos de los partidos tradicionales, postura que incluye a la Concertación, la coalición de centroizquierda que lideró la transición democrática en el país.

No obstante, aún con esa estrategia de diferenciación, Boric se transformó en un protagonista clave a la hora de buscar consensos y encontrar un cauce institucional al estallido social. Pese a las críticas que recibió de la izquierda más radical, Boric accedió a firmar a fines de 2019 un acuerdo para frenar la violencia desatada de las calles y definir la convocatoria a la redacción de una nueva Constitución que reemplace a la heredada de la dictadura de Pinochet.

Ya como candidato presidencial del Frente Amplio —una coalición que incluye al Partido Comunista—, Boric propone terminar con el sistema privado de las Administradoras de Fondos de Pensión (AFP), otorgar un aumento del salario mínimo, reducir la jornada laboral a 40 horas y condonar la deuda educativa, esto es, los préstamos bancarios con aval del estado que solicitaron miles de chilenos en los últimos años para acceder a la Universidad en uno de los países más caros para la educación superior de acuerdo a un informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).

Para financiar esos gastos, Boric propone un impuesto al patrimonio de los "súper ricos", reducir la evasión fiscal y un nuevo royalty a la minería. "Boric ha moderado muchísimo su discurso en los últimos meses: es extremadamente respetuoso de las normas institucionales y su ídolo político es el expresidente de Uruguay, José Mujica, cuyo gobierno no puede encuadrarse dentro de las izquierdas radicalizadas de América Latina", dice Couso. "Sin embargo, la radicalización del Partido Comunista podría ser un lastre para su gobierno".

Además de Kast y Boric, los otros candidatos que aspiran alcanzar la segunda vuelta electoral prevista para el 19 de diciembre si ninguno de los postulantes obtiene más del 50% de los votos son el populista de derecha Franco Parisi, la demócrata-cristiana Yasna Provoste y el centroizquierdista Marco Enríquez-Ominami.

Nuevos vientos

La fuerte demanda de cambios en Chile contrasta con la imagen del país que supo convertirse en un modelo a seguir en la región. Con un crecimiento promedio del PIB superior al 5% entre 1990 y 2013, los niveles de pobreza cayeron en ese período del 38.6% al 7.8% de la población. Sin embargo, aquellos logros fueron perdiendo parte de su brillo con la desaceleración que ha venido registrando la economía chilena desde 2014.

"El quiebre fue la crisis de las pensiones: entre 1985 y 2015 fue el período en que el sistema acumuló dinero, pero cuando empezaron a pagarse efectivamente las pensiones con el esquema privado, la tasa de retorno fue del 30% del último salario, lejos de la promesa del 70%", dice Couso.

"De pronto, la clase media, que acababa de salir de la pobreza, debió hacerse cargo de sus padres en un país en que los medicamentos son de los más altos del mundo comparados con el poder adquisitivo de la gente, un escenario que provocó una sensación de enorme frustración".

A eso se sumó la evidencia de que buena parte de los privilegios de las elites se habían mantenido inalterables en las décadas anteriores.

"Por el crecimiento económico de los últimos años, más gente tuvo y tiene acceso a la Universidad, pero muchos de ellos terminaron por comprobar que eso no era suficiente para progresar", dice Elgueta. "La percepción de las diferencias con las elites se volvió, entonces, más evidente y del descontento se pasó a la rabia".

Ese panorama, que derivó en el estallido de 2019, incrementó los deseos de cambios en el escenario político tras tres décadas de gobiernos de las dos coaliciones tradicionales. La necesidad de esa oxigenación crece aún más en medio del surgimiento de nuevos casos de corrupción desde lo más alto del poder.

El martes 9 la Cámara de Diputados aprobó la realización de un juicio político para destituir al presidente Piñera por presuntas irregularidades ocurridas en 2010 en la venta de un polémico proyecto minero en Islas Vírgenes, escándalo revelado en la investigación por los Pandora Papers.

Sin embargo, la acusación no prosperó en el Senado chileno, donde la oposición no contaba con los votos suficientes para hacer que esta propuesta avanzara.

En medio de ese agitado clima político y de una Convención Constitucional en marcha, los chilenos acudirán a las urnas el domingo para elegir al próximo presidente.

El resultado es incierto —por ley, está prohibido difundir encuestas desde 15 días antes de las elecciones—, pero todo indica que Chile tendrá a partir del 11 de marzo un presidente que no surgirá de ninguna de las dos fuerzas que monopolizaron el gobierno en los últimos 16 años: Nueva Mayoría, de la ex presidenta Michelle Bachelet, y Chile Vamos, del actual mandatario Piñera.

Chile se alista para iniciar un nuevo camino. El interrogante nada menor a despejar es si el giro será hacia la derecha o hacia la izquierda.

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