"Lo que hubo es un cambio del eje del poder. De alguna u otra forma se instaló, sin la institucionalidad correspondiente, un régimen parlamentario -cuando Chile es un régimen presidencialista- y todo empezó a ocurrir en términos políticos relevantes en el Parlamento", señala Callis.
Con ese protagonismo de la ciudadanía, del Parlamento y de la Convención Constituyente, el Ejecutivo quedó en un segundo plano y Piñera "dejó de ser un actor valorado, estratégico o significativo", según el analista.
Piñera terminó su primer mandato con una aprobación del 50%. Pero ahora su gobierno concita apenas al 12%, según la encuesta Data Influye publicada el 3 de noviembre.
Gobierno de doble cara
Si bien la intención de Piñera fue, según Heiss, "poner fin a las divisiones que vienen de la dictadura", su gobierno "osciló entre dos versiones", lo que generó "una posición ambigua" respecto a los temas que han marcado su segundo mandato.
"Nunca fue muy claro respecto del apoyo al acuerdo político (para llamar a un plebiscito constitucional); nunca quiso decir si estuvo por el 'apruebo' o 'rechazo' en ese referéndum", dice Heiss.
Para la académica, esta ausencia provocó el crecimiento de la ultraderecha, representada por el candidato del Partido Republicano, José Antonio Kast; abierto crítico de Piñera, en desmedro del candidato del oficialismo, el ex ministro Sebastián Sichel.
El presidente de Chile enfrentará juicio político por los Papeles de Pandora
Con un parlamento muy activo, Piñera terminará su mandato con el triste récord de haber sido el único presidente en 31 años de democracia en ser dos veces acusado constitucionalmente por el Congreso.