Diversos sectores coinciden en que si hay elecciones limpias, el país comenzará a recuperar la estabilidad política y social, para hacer frente a los múltiples problemas que lo afectan como la pobreza, desempleo, violencia, narcotráfico, corrupción e impunidad.
La crisis por el golpe de Estado a Zelaya, el 28 de junio de 2009, se agudizó luego de los comicios de noviembre de 2017, cuando fue reelegido Hernández, según la oposición, mediante un "fraude".
"Esperamos que haya unas elecciones en paz, que no haya problemas y que todo sea transparente, que cada quien [de los candidatos], si ganó, gracias a Dios, y si no, también", dice Delia Flores, una vendedora de comida en una plaza del centro de Tegucigalpa.
Su temor no es gratuito. En 2017, una cuestionada reelección de Juan Orlando Hernández desató enfrentamientos con represión policial, que dejaron una treintena de muertos.
A punto de dejar el poder, Hernández fue señalado en un tribunal en Estados Unidos, donde su hermano cumple cadena perpetua por narcotráfico, de ser cómplice de ese delito, cargo que rechaza.
Quien lo suceda deberá luchar contra la pobreza que afecta a más de la mitad de los 10 millones de habitantes, y que obliga a muchos jóvenes a migrar irregularmente a Estados Unidos en busca de empleo.
"Esperamos que el próximo presidente dé trabajo, educación, que ayude a la gente pobre a salir adelante y ojalá no haya disturbios (...), nosotros somos los afectados", considera Wilson García, vendedor de verduras en un mercado capitalino.