La industria farmacéutica fue una de las más perjudicados por la pandemia de COVID. Debido al aumento de contagio y al desbasto de productos sanitarios, tales como cubrebocas, sanitizantes y productos de higiene personal, aumentó el comercio ilícito de estos elementos, con consecuencias negativas para la salud pública.
A inicios de la pandemia, en marzo de 2020, los gobiernos se concentraron en el manejo de la enfermedad cerrando las fronteras para evitar la propagación del virus. Por esta razón los suministros a nivel internacional sufrieron una escasez considerable, lo que permitió la entrada del crimen organizado para ofrecer productos falsificados a consumidores que demandaban la existencia de suministros auténticos.