El estudio, en el que también han colaborado Tearfund y Oil Change International (OCI), recuerda que 34 países y cinco instituciones financieras públicas firmaron en la COP26 un compromiso para poner fin a la financiación internacional pública de combustibles fósiles para finales de 2022.
Sin embargo, el informe señala que "la mayoría de los países e instituciones todavía tienen que publicar sus políticas alineadas con Glasgow", mientras que las agencias de crédito están "muy rezagadas".
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"Además, a principios de esta semana, los líderes del G7 debilitaron un compromiso casi idéntico adoptado en la reunión ministerial del G7 en mayo, creando incertidumbre para la iniciativa de la Declaración de Glasgow", señala el informe.
Incompatible con el Acuerdo de París
Una de las "mayores amenazas" para el éxito de los compromisos adoptados en Glasgow es “la tentación de los países de seguir invirtiendo en gas en el extranjero como consecuencia de la guerra en Ucrania”, ya que buscan reemplazar el combustible ruso.
Los autores del informe destacan que estas inversiones son “incompatibles" con el límite de calentamiento global de 1.5 grados acordado en París, y muestran que las alternativas limpias son “más adecuadas para servir a la seguridad energética”.
De hecho, Canadá (11,000 millones de dólares anuales), Estados Unidos (3,100), Italia (2,800), Alemania (2,800) y España (2,400) fueron los que más financiación pública aportaron al petróleo y al gas entre 2018 y 2020, a pesar de que todos ellos firmaron en Glasgow.
En el mismo periodo, sólo siete de los signatarios del acuerdo —Dinamarca, Suecia, Francia, Alemania, Nueva Zelanda, Eslovenia, Bélgica, y el Banco Europeo de Inversiones (BEI)— financiaron más energía limpia que combustibles fósiles, mientras que otros siete —de nuevo Bélgica, además de Finlandia, Nueva Zelanda, Portugal, Eslovenia, España y Suiza— financiaron según este documento menos de 100 millones de dólares en energía limpia al año.