Se postuló nuevamente, y volvió a la jefatura de gobierno como un salvador en diciembre de 2012. Con ello puso fin a un periodo turbulento en el que los primeros ministros se sucedían a un ritmo de hasta uno por año.
Golpeado por los efectos del tsunami en 2011 y el posterior desastre nuclear de Fukushima, Japón encontró en Abe una mano confiable.
Abe se hizo conocer en el extranjero por su estrategia de reactivación económica, conocida como los abenomics, lanzada a partir de 2012, en la que mezclaba flexibilización monetaria, masiva reactivación presupuestaria y reformas estructurales.
Registró algunos logros, como un alza de la tasa de actividad de las mujeres y las personas de mayor edad. También recurrió de manera más importante a la inmigración para enfrentar la escasez de mano de obra.
Sin embargo, a falta de reformas realmente ambiciosas, este programa solo tuvo éxitos parciales, hoy en día claramente eclipsados por la crisis económica causada por la pandemia del coronavirus.
Abe, a menudo salpicado por escándalos que afectaban su entorno, supo aprovechar acontecimientos externos —disparos de misiles norcoreanos, catástrofes naturales— para desviar la atención y presentarse como jefe indispensable ante la adversidad.
Su capacidad para resistir en el poder pese a verse salpicado por varios escándalos le valieron el apodo de "Teflón Abe".