El partido de la extrema derecha supera ampliamente a sus aliados de extrema derecha de La Liga de Matteo Salvini (8,5-12,5%) y Forza Italia (6-8%) del magnate conservador Silvio Berlusconi.
Por primera vez en la historia desde la Segunda Guerra Mundial una formación de la extrema derecha, va a gobernar Italia gracias a que se presentó con una coalición de derechas que obtendría en total entre el 36.5% y el 46.5% de los votos.
"Tenemos una clara ventaja tanto en la Cámara de Diputados como en el Senado", se regocijó en Twitter Salvini.
El Partido Democrático (PD), principal partido de la izquierda, no consiguió movilizar al electorado para frenar el avance de la ultraderecha y tuvo que conformarse con una cifra que oscila entre el 17% y el 21%. Los antisistema del Movimiento 5 Estrellas (M5E) obtuvieron entre el 13,5% y el 17,5% de los votos, por debajo de su histórico puntaje de más del 30% logrado en 2018, pero mejor de lo estimado en las encuestas.
"Según los sondeos a pie de urna se trata de un resultado histórico. La coalición de derechas obtendría el mayor porcentaje en votos jamás registrado por partidos de derecha en la historia de Europa occidental desde 1945 hasta hoy", reaccionó en una nota el centro de estudios italianos CISE.
El vertiginoso ascenso de Meloni
El vertiginoso ascenso de Meloni se debe en buena parte a que fue la única que se opuso por 18 meses al gobierno saliente del economista Mario Draghi, lo que le ha favorecido para recoger el descontento de los italianos ante la inflación, la guerra y las restricciones por la pandemia.
La formación fundada a finales de 2012 con ex simpatizantes de Berlusconi y figuras de la derecha superó al PD de Enrico Letta, que pactó solo una alianza con un pequeño sector de la izquierda ecologista.
La líder de derecha, de 45 años, admiradora durante su juventud de Benito Mussolini, conocida por su lenguaje directo y eficaz desde sus años de líder estudiantil en Roma, podría convertirse también en la primera mujer que llega a la jefatura de gobierno en Italia.
Junto con sus aliados promete recortes de impuestos, el bloqueo de los inmigrantes que cruzan el Mediterráneo, así como una ambiciosa política familiar para impulsar la tasa de natalidad de uno de los países con más ancianos en el mundo.