Super Mario, como también se le conoce al expresidente del Banco Central Europeo, levantó la admiración de la élite política y económica por su afinidad tecnocrática (siendo el país receptor con más fondos de recuperación provenientes de la Unión Europea, con 200,000 millones de euros), una amplia campaña de vacunación contra COVID-19, la reactivación económica (un crecimiento del 6%, por encima del promedio de la Unión Europea), la inclusión de todos los partidos en el gabinete (exceptuando a Hermanos de Italia), y un férreo apoyo a Ucrania en su guerra con Rusia, además de haber conseguido la tan esperada reforma de justicia, y la diversificación energética bajo un acuerdo con Argelia.
¿Quién tendría la talla para sustituir a Draghi el próximo 25 de septiembre, e inaugurar el gobierno número 70 de los últimos 77 años? Los sondeos, y la experiencia política previa tras cada crisis de este tipo apuntan a un liderazgo de extrema derecha, siendo Giorgia Meloni la figura más destacada. No obstante, con una reducción del número de parlamentarios (400 diputados y 200 senadores) estará por verse la fortaleza que su partido, Hermanos de Italia, obtendrá al momento del reparto proporcional de escaños, y si a éste le alcanzará para cambiar la Constitución a su gusto.
Después de todo, los tres partidos que comenzaron como movimientos de protestas antipolíticos (los mismos tres que destronaron a Draghi) han perdido credibilidad tras su involucramiento en gobiernos de coalición (proeuropeos) ante los ojos de un electorado conservador crítico, que ahora ve en Meloni a su única referente euroescéptica y antiinmigrante bajo un nacionalismo exacerbado y a Hermanos de Italia como la única oposición.
De convertirse en la siguiente Primera Ministra (por cierto, la primera mujer en hacerlo en Italia), muchos analistas consideran que la relación entre Roma y Bruselas podría deteriorarse rápidamente, especialmente si un hipotético gobierno de corte autoritario se impone (el partido tiene pasado fascista), pues la ayuda económica comunitaria proveniente de los planes de recuperación NextGeneration de la Unión Europea está ligada y condicionada a mantener los valores democráticos.
Además, Giorgia Meloni es vista por muchos como una lideresa con actitudes más cálidas hacia la Rusia de Vladimir Putin, lo que pondría en riesgo el consenso trasatlántico en su apoyo de suministro de armamento a Kiev.
¿Qué tan cierto será lo anterior? Mi apuesta es que será menos predecible y amigable con Bruselas, pero no para dar un giro de 180º, pues el crecimiento económico de Italia está fuertemente anclado al bloque europeo, además de mostrar congruencia con lo que hasta ahora ha declarado, a diferencia de Matteo Salvini (favorito hace tres años) que cambió de posición hasta en dos ocasiones. Claro está, con una guerra y una crisis energética que suman a los temores de una recesión europea, el discurso puede fácilmente cambiar.