"La gente que no murió por el terremoto ha sido abandonada a morir en el frío", dijo a la AFP Hakan Tanriverdi en la provincia de Adiyaman, una de las zonas más castigadas.
"Ni Estado, ni policía, ni soldados. ¡Qué vergüenza! Nos abandonaron a nuestra suerte", declaró Mehmet Yildirim, otro vecino.
El presidente turco esbozó una suerte de mea culpa este viernes. "Hubo tantos edificios dañados que desafortunadamente, no pudimos acelerar nuestras intervenciones como hubiéramos querido", afirmó durante una visita a Adiyaman.
Riesgo de cólera
El terremoto es el más importante en Turquía desde 1939, cuando 33.000 murieron en la provincia oriental de Erzincan.
Según los últimos balances oficiales, el sismo, de magnitud 7,8 y que estuvo seguido de más de un centenar de réplicas, dejó al menos 23.766 muertos, 20.213 de ellos en Turquía y 3.553 en Siria.
La OMS estima que 23 millones de personas están "potencialmente expuestas, de las que unos cinco millones [son] vulnerables" y teme que se desencadene una crisis sanitaria.
Las organizaciones humanitarias expresaron su preocupación por una eventual propagación del cólera, que reapareció en Siria.
La Unión Europea envió los primeros equipos de rescate a Turquía horas después de que se produjera el sismo, el lunes. Pero, en un principio, solo ofreció una ayuda mínima a Siria, a través de los programas humanitarios existentes, a causa de las sanciones internacionales que se impusieron a raíz de la guerra civil, que estalló en 2011.
El presidente Bashar al Asad y su esposa Asma visitaron este viernes a víctimas del terremoto en Alepo, por primera vez desde que se produjo el sismo, informó la presidencia.