Al Burhan es el dirigente de facto de Sudán desde el golpe de Estado de octubre de 2021. Nacido en Gandatu, un pueblo situado en el norte de Jartum, el general de 62 años se alzó como una de las pocas figuras que generaba consenso para liderar el país.
Excomandante del ejército durante el mandato del derrocado dictador Omar al Bashir, Al Burhan pensaba contar con la lealtad de su segundo, el general Mohamed Hamdan Daglo, conocido también como "Hemedti".
Ambos protagonizaron el golpe que en octubre de 2021 puso fin a la transición de Sudán hacia un gobierno civil.
Los dos generales tienen desacuerdos sobre la dirección que debe de tomar Sudán y la propuesta de una transición hacia un gobierno civil.
La situación en el país africano es cada vez más inestable, y el Ejército asegura que todos los intentos de diálogo con las RSF —grupo que ha sido disuelto y declarado como milicia rebelde— "han fracasado”.
No está claro quién inició las hostilidades el sábado, pero sí que una confrontación prolongada puede hundir a Sudán en un conflicto generalizado mientras lucha frente el colapso económico y la violencia tribal, descarrilando los esfuerzos para avanzar hacia las elecciones.
En Sudán, los problemas económicos se acumulan: el embargo de la época de Al Bashir vino seguido de la pandemia de Covid-19 y ahora, otras crisis humanitarias como la de Ucrania aumentan el precio de los alimentos y entran en competencia directa por la recepción de ayudas.
Asimismo, varios organismos internacionales, entre ellos la ONU, han intentado mediar, sin éxito entre las partes para alcanzar un alto el fuego que ponga fin a la disputa por el poder entre el líder de las Fuerzas Armadas y el comandante de los paramilitares.
Con información de AFP, EFE y Reuters