En su discurso, el papa argentino advirtió contra la "persecución de los propios intereses estratégicos" y "una especie de infantilismo bélico".
"En general, parece que se hubiera disuelto en los ánimos el entusiasmo de edificar una comunidad de naciones pacífica y estable, delimitando las zonas, acentuando las diferencias, volviendo a rugir los nacionalismos y exasperándose los juicios y los tonos hacia los demás", alertó.
Francisco, de 86 años, pronunció su discurso frente al primer ministro nacionalista Viktor Orbán y se refirió a la Constitución húngara, que reconoce las minorías nacionales.
"Esta perspectiva es verdaderamente evangélica, tanto que contrasta una cierta tendencia (...) a replegarse sobre sí", subrayó.
Francisco, cuyos puntos de vista suelen chocar con los de Orbán, hizo además hincapié en la "necesidad de apertura a los demás".
Ambos dirigentes instan a Rusia y Ucrania a entablar conversaciones para llegar a la paz, pero difieren sobre temas como la inmigración.