La euforia del 98
"Este tipo de evento [como los Juegos Olímpicos] es la ocasión de poner en marcha una importante operación de comunicación", apunta el politólogo Pascal Perrineau, para quien el presidente podrá abandonar la confrontación política y recuperar su imagen.
Pero los expertos interrogados por AFP son escépticos sobre que un eventual éxito de organización y de medallero impulse su popularidad, como le pasó al expresidente Jacques Chirac en 1998 cuando Francia ganó su primer Mundial de Fútbol, en casa.
"En el 98, los efectos políticos de la victoria fueron reales", asegura Petaux, para quien el "repunte político" de Chirac se debió a la "victoria" de los Bleus y a la "naturalidad" del presidente conservador (1995-2007) con los futbolistas.
La situación fue diferente en 2018. Francia se alzó con su segunda Copa del Mundo de Fútbol en Rusia, pero, cuatro meses después, Macron enfrentaba su peor crisis social: las protestas de los chalecos amarillos, que dieron la vuelta al mundo.
"Macron no inspira tanta simpatía potencial como Chirac", abunda el politólogo, para quien la celebración del Mundial en Rusia y el hecho de no tratarse del primer título para Francia ayudaron también a que no hubiera una "fiesta popular comparable".
Si pese a todo los Juegos Olímpicos logran una mejoría de la imagen del mandatario, "esta será efímera", concluye Perrineau, recordando que "cuando las citas electorales empiecen a llegar en Francia, se volverá a una política más conflictiva".
Con un 2024 marcado por el 80º aniversario del desembarco de Normandía, los Juegos y la reapertura de la catedral de Notre Dame, Macron tiene ante sí un paréntesis político, antes de que se relance la carrera por su sucesión en 2027.