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El papa preside la vigilia pascual en medio de preocupaciones por su salud

Francisco, de 87 años, canceló el viernes su presencia en el viacrucis en el Coliseo, una decisión repentina.
sáb 30 marzo 2024 02:42 PM
El Papa Francisco preside la vigilia de Pascua como parte de las celebraciones de la Semana Santa, en la Basílica de San Pedro en el Vaticano el 30 de marzo de 2024.
Durante la liturgia, Francisco denunció "los muros del egoísmo y la indiferencia", y "todas las aspiraciones de paz destrozadas por la crueldad del odio y la barbarie de la guerra".

El papa Francisco presidió el sábado la vigilia pascual en la basílica de San Pedro del Vaticano, aplacando las preocupaciones sobre su frágil estado de salud, después de haber cancelado la víspera su participación en el vía crucis.

El sumo pontífice, de 87 años, llegó a la basílica poco antes de las 19H30 (18H30 GMT) y en silla de ruedas para una liturgia que dura al menos dos horas, en presencia de miles de peregrinos de todo el mundo, antes de la misa del domingo por la mañana y la bendición "Urbi et Orbi".

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La basílica permaneció en la oscuridad antes de ser alumbrada por velas, un rito que simboliza la resurrección del Cristo, según la tradición católica. A continuación, el papa argentino pronunció una homilía de diez minutos en italiano, con una voz clara.

Durante la liturgia, denunció "los muros del egoísmo y la indiferencia", y "todas las aspiraciones de paz destrozadas por la crueldad del odio y la barbarie de la guerra".

Su presencia el sábado fue confirmada por el Vaticano al mediodía, a pesar de la cancelación el viernes por la noche, en el último minuto, de su visita al vía crucis que se celebró en el Coliseo ante 25,000 personas.

"Para preservar su salud en vista de la vigilia de mañana y de la misa del domingo de Pascua, el papa Francisco seguirá esta tarde el vía crucis en el Coliseo desde la residencia de Santa Marta", anunció en la víspera el Vaticano sin más precisiones.

El momento del anuncio —poco antes del inicio de la ceremonia, obligando a los organizadores a retirar apresuradamente la silla del papa— y la comunicación lacónica del Vaticano contribuyeron a relanzar las inquietudes sobre la salud de Jorge Bergoglio.

"El vía crucis del papa frágil", titula el sábado el diario La Stampa, mientras que Il Messaggero lo ve como una "renuncia de Francisco".

"Se trata de una simple medida de prudencia", matizó ante la AFP una fuente vaticana, asegurando que la salud del papa, no dio lugar a "ninguna inquietud particular".

El jesuita argentino ya había cancelado su participación en el vía crucis en 2023, pero esta decisión se tomó después de una hospitalización de tres días debido a una bronquitis y fue comunicada antes.

Semana recargada

Pilar central del calendario católico, la semana santa, que implica numerosas ceremonias que terminan con la Pascua, puede asemejarse a un maratón para un octogenario que se desplaza desde hace dos años en silla de ruedas.

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En los últimos días, había cumplido sus compromisos hasta presidir, según lo previsto, el oficio de la Pasión de Cristo el viernes por la tarde.

Pero recientemente parecía cansado y se vio obligado en varias ocasiones a delegar la lectura de sus discursos invocando una bronquitis, por la cual pasó exámenes en un hospital de Roma a finales de febrero.

La anulación del viernes amenaza con reavivar los interrogantes sobre su capacidad para seguir gobernando la Iglesia católica y sus 1,300 millones de fieles.

A pesar de una importante operación del abdomen en 2023, Francisco, que nunca toma vacaciones, sigue sometiéndose a un ritmo de trabajo desenfrenado en el Vaticano, donde puede recibir a una decena de interlocutores en una mañana.

Sin embargo no realizó ningún viaje desde su visita a Marsella (sur de Francia) en septiembre y tuvo que cancelar su presencia en la COP28 en diciembre en Dubái debido a una bronquitis.

Su anunciado desplazamiento a los confines de Asia y Oceanía este verano, que el Vaticano no formalizó hasta ahora, parece más incierto que nunca.

Francisco siempre deja "la puerta abierta" a una eventual renuncia, en la línea de su predecesor Benedicto XVI. Pero en una autobiografía publicada a mediados de marzo, reiteró que no tenía "razones serias" para renunciar a su cargo, una "hipótesis lejana" que se justificaría solamente en caso de "grave impedimento físico".

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