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China y Estados Unidos: Xi se prepara para más tensión en un gobierno de Trump

El próximo presidente de Estados Unidos ha prometido elevar los aranceles a las importaciones chinas a un 60%, lo que puede afectar su economía.
mar 19 noviembre 2024 05:04 AM
El presidente chino Xi Jinping habla después de una foto de grupo en la cumbre del G20, en Río de Janeiro, Brasil, el 18 de noviembre de 2024.
"China está lista para trabajar con la nueva administración estadounidense para mantener la comunicación, expandir la cooperación y manejar las diferencias", dijo Xi el sábado, según su intérprete.

China está lista para un segundo gobierno de Donald Trump o, por lo menos, eso es lo que el presidente del gigante asiático, Xi Jinping, dijo el sábado en su última reunión con el actual mandatario estadounidense, Joe Biden.

"China está lista para trabajar con la nueva administración estadounidense para mantener la comunicación, expandir la cooperación y manejar las diferencias", dijo Xi según un intérprete.

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Biden, por su parte, abogó por que la rivalidad entre las dos potencias no derive en "conflicto".

A dos meses de que el magnate republicano se instale de nuevo en la Casa Blanca, el líder chino aseguró a Biden que "se esforzará por lograr una transición fluida”. El objetivo de mantener "una relación estable, saludable y sostenible entre China y Estados Unidos sigue siendo el mismo", añadió.

Biden destacó a su vez que pese a las diferencias con Xi, nunca entre los dos se tomaron el pelo. "Somos la relación más importante del mundo, y la forma en que nos llevamos puede afectar" al resto del planeta, añadió.

China, de cualquier forma, enfrenta un panorama complicado con Trump en la Oficina Oval. El republicano ha prometido imponer aranceles de 60% o mayores a las importaciones chinas, lo cuál puede afectar a una economía china ya de por si debilitada.

Además, la selección de Marco Rubio como secretario de Estado, anuncia que las tensiones entre las dos principales potencias del mundo pueden ir mucho más allá del tema comercial.

¿Una nueva guerra comercial?

Hace siete años, un año después de llegar a la Casa Blanca, Trump prometió emprender una guerra comercial contra China, una misión que muchos consideraban casi suicida para la economía estadounidense, sumamente dependiente de la manufactura de este país asiático.

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Durante su primer mandato, Trump utilizó los aranceles para disponer de una ventaja para imponer nuevas negociaciones con diferentes socios comerciales. El exmandatario siempre se presentó como un experto en acuerdos y su objetivo era conseguirlos.

Así, logró un acuerdo comercial con China que, en teoría, apuntaba a equilibrar la balanza comercial entre las dos mayores economías mundiales, a cambio de levantar progresivamente los aranceles establecidos. Ese nuevo balance no se materializó, pero el déficit comercial con China dejó de crecer.

Las pérdidas fueron importantes para Estados Unidos. El US-China Business Council encontró que casi 250,000 empleos estadounidenses se perdieron como resultado de la política.

Sin embargo, China fue más afectada por la guerra comercial. Estudios publicados por universidades en China y la Universidad de Stanford, citados por The Wall Street Journal, indican que la primera ronda de aranceles de Trump no sólo afectó las exportaciones, sino que también redujo las ganancias corporativas, perjudicó la confianza de las empresas y los consumidores y estranguló la inversión y la contratación.

Durante su campaña, Trump volvió a amenazar con aranceles incluso más duros que los impuestos durante su primera administración o los que se implementaron durante el gobierno de su sucesor, Joe Biden, quien también gravó a varios productos chinos.

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El republicano tendrá la capacidad para cumplir esta promesa. Las leyes estadounidenses permiten al presidente establecer aranceles por decreto. Además, gracias a la victoria de su partido en ambas cámaras del congreso, también podrá realizar cambios más profundos en la relación comercial con China.

Pero esto no pasará sin consecuencias para Estados Unidos.

"Si se aplican aranceles aduaneros de forma indiscriminada, hacia aliados y competidores, puede ser un problema", considera Jeffrey Schott, del centro de estudios Peterson Institute for International Economics.

Esa decisión iría "contra obligaciones en la OMC (Organización Mundial del Comercio) o contra acuerdos de libre comercio, y provocaría, como en el pasado, represalias" de parte de los afectados, explicó a la AFP.

De hecho, China advirtió dos días después de la eleccion que "no habría ganadores en una guerra comercial”. "Por principio, me gustaría reiterar que no habría ganadores en una guerra comercial, que además no favorecería al mundo", declaró la portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores chino, Mao Ning.

Este asunto puede llegar a instancias internacional. En principio, la OMC debe asegurarse de que las condiciones de acceso a los mercados sean equivalentes para los Estados parte, y reducir progresivamente los obstáculos al libre comercio. Los derechos aduaneros siempre fueron considerados como un obstáculo mayor.

La OMC dispone de un órgano de arreglo de controversias delante del cual un Estado puede presentar un recurso. Pero el sistema "está roto", lamenta Schott. "En teoría, un procedimiento puede iniciarse y avanzar, pero al final será bloqueado y se volverá inútil por una simple apelación de Estados unidos. Y no hay organismo de apelación posterior", precisa el investigador.

Datos no muy alentadores

China logró recuperarse de la primera guerra comercial con Estados Unidos, pero el momento es complicado para la economía del gigante asiático ahora.

El viernes se dio a conocer que el crecimiento de la producción de las fábricas chinas se ralentizó en octubre y aún era demasiado pronto para hablar de un cambio de tendencia en el sector inmobiliario, afectado por la crisis, aunque el consumo se recuperó, lo que mantiene vivos los llamados para que Beijing aumente sus recientes inyecciones de estímulos para revitalizar la economía.

La producción industrial de octubre creció un 5.3% respecto al año anterior, según mostraron el viernes los datos de la Oficina Nacional de Estadísticas, ralentizándose respecto al ritmo del 5.4% de septiembre y por debajo de las expectativas de un aumento del 5,6% según un sondeo de Reuters.

Sin embargo, las ventas al por menor, un indicador del consumo, subieron un 4.8% en octubre, acelerando el ritmo del 3.2% de septiembre y marcando el crecimiento más rápido desde febrero.

El crecimiento del comercio minorista se vio impulsado por una semana de festivos y el festival anual de compras del Día del Soltero, que comenzó el 14 de octubre, diez días antes que el año pasado.

El proveedor de datos Syntun estimó que las ventas en las principales plataformas de comercio electrónico aumentaron un 26.6%, hasta 1.44 billones de yuanes, durante el evento del Día de los Solteros.

"La economía china mejoró aún más al comienzo del cuarto trimestre, gracias a un gasto de los consumidores más fuerte de lo esperado", dijo Zichun Huang, economista de China en Capital Economists."Creemos que un gasto fiscal más rápido apoyará un repunte cíclico continuado de la actividad en los próximos meses. Pero la victoria de Trump arroja una sombra sobre las perspectivas a más largo plazo", añadió.

Fu Linghui, portavoz del organismo estadístico, dijo en una rueda de prensa que las recientes medidas políticas parecían estar teniendo un efecto económico positivo y que las autoridades seguirían intensificando el apoyo.

"Los cambios en las operaciones económicas en septiembre y octubre han reforzado la confianza de China en alcanzar su objetivo de crecimiento económico para 2024", en torno al 5%, añadió.

Sin embargo, algunos economistas dijeron que era demasiado pronto para determinar si el último tramo de ayudas de septiembre era suficiente para apuntalar una recuperación sólida.

Los datos publicados el viernes muestran que las ventas de viviendas por superficie en el periodo enero-octubre cayeron un 15,8% interanual, más despacio que la caída del 17,1% de enero a septiembre.

Más allá de los aranceles

La selección de Marco Rubio, un senador considerado un halcón de la política exterior, como secretario de Estado Unidos, da a entender que la política de Trump hacia Beijing podría ir más allá de su enfoque en los aranceles y el comercio, y podría adoptar una postura más dura hacia China considerándolo el principal rival estratégico de Estados Unidos.

Además de Rubio, otras caras del gabinete podría molestar al gobierno chino, como la del representante Mike Waltz como asesor de seguridad nacional y la de John Ratcliffe para dirigir la Agencia Central de Inteligencia (CIA).

En conjunto, estas decisiones sugieren que Trump quiere acabar con el enfoque de la administración Biden de "gestionar la competencia" con Beijing en cuestiones que van desde el apoyo a Taiwán hasta el papel de China en la crisis del fentanilo en Estados Unidos.

Los republicanos han criticado la postura de Biden por considerarla demasiado conciliadora.

Rubio "cree de corazón que China es un enemigo de Estados Unidos", dijo David Firestein, exdiplomático estadounidense experto en asuntos de China.

"Eso va a determinar todo lo que haga con respecto a China", dijo Firestein, que añadió que la creencia de Rubio en una competencia existencial de suma cero —es decir, una rivalidad en la que solo una de las partes gana— con China "elevaría el nivel de decibelios" de las relaciones entre Estados Unidos y China.

Como secretario de Estado, Rubio ayudaría a llevar a cabo, no a establecer, la política exterior de Trump, pero su selección pondrá a un antagonista de China con una importante experiencia en política exterior en el centro de los debates de su gabinete.

Es casi seguro que el Senado de Estados Unidos confirme el nombramiento de Rubio, del que es uno de los principales miembros de los comités de relaciones exteriores e inteligencia.

El apoyo del cubanoamericano, acérrimo anticomunista, a los manifestantes por la democracia en Hong Kong le valió sanciones chinas en 2020.

Sería la primera vez que China impusiera restricciones de viaje activas a un secretario de Estado estadounidense, lo que supondría una primera prueba de cómo Beijing podría relacionarse con la nueva administración Trump.

Por su parte, Rubio ha sido un defensor de las sanciones estadounidenses en materia de visados a cargos chinos, y presionó al Departamento de Estado para que prohibiera al jefe ejecutivo de Hong Kong, John Lee, viajar a San Francisco para la cumbre de la APEC de 2023.

La embajada de China en Washington no hizo comentarios sobre las sanciones a Rubio o su nominación, pero el portavoz Liu Pengyu dijo que Beijing esperaba trabajar con el nuevo Gobierno para promover los lazos "en una dirección estable, saludable y sostenible".

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