La ofensiva comenzó el miércoles, coincidiendo con la entrada en vigor de un frágil alto el fuego en Líbano entre Israel y el grupo islamista Hezbolá, otro aliado clave de Damasco. Este contexto regional podría haber debilitado las defensas del régimen, al dejar a sus aliados en un frente dividido.
Los combates más intensos desde 2020
Tras días de tensiones y bombardeos en la región de Idlib, el último bastión rebelde en el noroeste de Siria. La ofensiva, liderada por la organización yihadista Hayat Tahrir al Sham (HTS), derivó en los combates más mortíferos desde 2020, dejando al menos 277 muertos, incluidos 24 civiles, según el OSDH.
El jefe del autoproclamado "gobierno" de Idlib, Mohamad al Bashir, justificó el jueves la ofensiva afirmando que el régimen de Asad había "comenzado a bombardear zonas civiles, provocando el éxodo de decenas de miles de civiles".
En su avance, las fuerzas yihadistas se hicieron con el control de más de 50 localidades en el norte del país y cortaron la carretera que conecta Alepo con Damasco, una arteria vital para el régimen. Según testigos locales, los milicianos tomaron cinco barrios clave de Alepo, generando escenas de pánico entre sus habitantes.
El director del OSDH, Rami Abdel Rahman, afirmó que los milicianos "tomaron el control de cinco barrios" de Alepo y que las fuerzas del régimen "no opusieron gran resistencia".
Un reportero de AFP, que cubrió la entrada de los rebeldes en el distrito de Nueva Alepo, señaló enfrentamientos entre las fuerzas que participan en la ofensiva con las fuerzas sirias y de grupos que las apoyan.
También, reportaron que milicianos de la organización yihadista Hayat Tahrir al Sham (HTS) y de grupos aliados, algunos cercanos a Turquía, consiguieron llegar a las puertas de la ciudad después de "dos atentados suicidas con coches bomba".
El resurgimiento de la violencia en Alepo, una ciudad que el régimen recuperó en 2016 tras devastadores bombardeos, amenaza con agravar la ya crítica situación humanitaria en Siria.
"Por primera vez desde hace cerca de cinco años, escuchamos cohetes y artillería todo el tiempo y a veces aviones", contó por teléfono a AFP un habitante de la ciudad, Sarmad, de 51 años. "Tenemos miedo de que se repita el escenario de la guerra y que nos veamos obligados a huir", añadió.
Millones de civiles en el norte del país dependen de ayuda internacional, y nuevas hostilidades podrían provocar desplazamientos masivos hacia la frontera con Turquía, que ya alberga a millones de refugiados.
Rusia e Irán, principales aliados de Bashar al Asad, han jugado un papel crucial en mantener su control sobre el territorio, aunque la situación actual expone posibles fallas en sus estrategias. Las fuerzas armadas rusas confirmaron este viernes su apoyo al régimen de Al Asad.
"La Fuerza Aérea rusa está llevando a cabo bombardeos (...) contra materiales y efectivos de grupos armados ilegales, contra puestos de control y contra arsenales y posiciones de artillería", indicó el ejército, citado por agencias estatales rusas.
La muerte de un general iraní de los Guardianes de la Revolución en los enfrentamientos del jueves subraya la implicación de Teherán en el conflicto, mientras que la respuesta rusa refleja su interés en mantener su influencia en la región.