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Los conservadores hispanos celebran a Donald Trump... sin él

Una ecléctica coalición latina festeja el regreso del republicano a la Casa Blanca en una velada a la que Trump no llegó.
dom 19 enero 2025 10:32 AM
Los hispanos regresan el regreso de Trump sin él
Donald Trump Jr. dice que está bien ser macho y tener testosterona y no descarta algún día buscar algún cargo político.

La coalición hispana que llevó a Donald Trump de regreso a la Casa Blanca es casi tan ecléctica como el baile que lo celebra dos noches antes de que asuma nuevamente la presidencia.

El dorado otra vez domina la escena: en los manteles, en los candelabros, en los gafetes, las sillas y el menú. El rumor es que Donald Trump no llegará, estaba jugando golf y arribó por la noche con su familia a un Washington casi helado que ha tenido que cambiar los planes para el lunes, su día de asunción por segunda vez en ocho años, por el frío extremo.

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Pero este evento de sábado por la noche es cálido, con una mezcla de inglés y acentos latinoamericanos por todos lados. También es ruidoso, desordenado, a ratos caótico, pero no aburrido.

En la audiencia hay líderes políticos locales de Estados Unidos, cabilderos a la espera de señales de lo que viene de la administración Trump, empresarios y algunos artistas. Por un rato, en el enorme salón del hotel Omni en el corazón de Washington desfilaron Carlos Slim Helú; Carlos Slim Domit; Francisco Cervantes, líder del Consejo Coordinación Empresarial (CCE); el senador texano Ted Cruz; y el próximo secretario de salud americano, Robert Kennedy Jr.

Pero la primera estrella vino desde América del Sur. Javier Milei, presidente argentino, fue anunciado desde el estrado y decenas se abalanzaron a él en su camino al escenario. El cabello desaliñado, muy a su estilo, sonriendo para la gente y sereno para las fotos, una mano por acá y un beso a una señora que logra evadir a su cuerpo de seguridad. Milei se ha convertido en lo más cercano a una estrella rock de la política de derecha y él lo abraza.

“Las mayorías silenciosas están despertando”, sentencia. “La desregulación es el único camino exitoso, es el camino de la motosierra”.

¿Algo realmente nuevo en su discurso? No, pero qué importa. Al final, cuando grita “¡Viva la libertad, carajo!”, la audiencia se le entrega igual, en un grito y un aplauso que refleja que el conservadurismo hispano en Estados Unidos tiene principios que comparte desde su país hasta el Río de la Plata.

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Quienes escuchan a Milei tienen suerte, no solo porque hablan español, sino porque el volumen del salón ha sido llevado al tope para ahogar la incesante conversación de cientos de personas que no paran de hablar.

Por los pasillos del evento camina Christopher Landau, exembajador de Estados Unidos en México y próximo subsecretario de Estado en Washington. Declina dar entrevista, pero dice que echa de menos México. Cuesta trabajo oírlo porque en el escenario toca con fuerza el Mariachi Vargas de Tecatitlán. En una noche para celebrar a Trump, se canta “El Rey” y “Cielito Lindo” a todo pulmón.

La comida es tan variada como los asistentes. En un salón adjunto, carne al fondo, mariscos a los lados, paella al centro y en las esquinas churros, conchas y cupcakes. La hispanidad en Estados Unidos tiene muchos sabores.

Es momento de rezar. Un reverendo da una bendición y luego una mujer, vestida en un jumper verde fluorescente canta “God Bless America”. No son aún las 22:00 horas y entre la gente se pierde la esperanza de ver a Donald Trump en vivo, pero quizá venga su hijo.

Por lo pronto, que suba Ted Cruz para arengar a una audiencia políticamente cautiva. Vienen, según él, cuatro años y más de un progreso sin igual con Trump en la Casa Blanca, los medios tradicionales se volvieron a equivocar, afirma, y los hispanos resultaron ser más conservadores de lo que se pensaba. El senador grita al micrófono y la gente aplaude más fuerte aún. Cruz, por todas las críticas que recibe en su país, será un nombre clave en la relación bilateral y los hispanos en este evento lo saben.

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Como también que Robert Kennedy Jr. sacudirá al sector salud con posturas que hasta hace poco estaban en el margen de la política tradicional de Washington. Aunque en esta ciudad ya nada es inesperado como tampoco fuera de lugar.

Pasan las horas y la esperanza de ver a un miembro de la familia Trump mengua. Una banda, “Los Tres de la Habana”, sube al escenario a tocar su éxito de 2024.

“Ay, ay, ay, por Dios,

“Yo voy a votar por Donald Trump”, repite el coro.

Los meseros retiran mesas y se llevan sillas, cuando de pronto aparece él, Donald Trump Jr., delgado, con el cabello impecable y rodeado por el Servicio Secreto. Aunque camina rápido hay quienes consiguen una selfie, otros apenas logran tocarlo y les es más que suficiente.

Se disculpa por la hora, manda los saludos de su padre, afirma que es momento de cumplir lo que se prometió en campaña, que está bien ser macho y tener testosterona y no descarta algún día buscar algún cargo político. Y nada más, suficiente para una audiencia que ve en Trump y los próximos cuatro años la reivindicación política que tan elusiva les parecía apenas hace unos años.

Don Jr. se va y muchos buscan la salida. Afuera, antes de las escaleras que llevan al lobby del hotel, un puesto con recuerdos exhibe gorras con el típico “Make America Great Again” y playeras alusivas a la inauguración, la segunda, como presidente del magnate. Pero es otra la prenda que llama la atención de varios: en su frente se lee, en inglés: “Dios, Armas y Trump”, en ese orden.

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