Como también que Robert Kennedy Jr. sacudirá al sector salud con posturas que hasta hace poco estaban en el margen de la política tradicional de Washington. Aunque en esta ciudad ya nada es inesperado como tampoco fuera de lugar.
Pasan las horas y la esperanza de ver a un miembro de la familia Trump mengua. Una banda, “Los Tres de la Habana”, sube al escenario a tocar su éxito de 2024.
“Ay, ay, ay, por Dios,
“Yo voy a votar por Donald Trump”, repite el coro.
Los meseros retiran mesas y se llevan sillas, cuando de pronto aparece él, Donald Trump Jr., delgado, con el cabello impecable y rodeado por el Servicio Secreto. Aunque camina rápido hay quienes consiguen una selfie, otros apenas logran tocarlo y les es más que suficiente.
Se disculpa por la hora, manda los saludos de su padre, afirma que es momento de cumplir lo que se prometió en campaña, que está bien ser macho y tener testosterona y no descarta algún día buscar algún cargo político. Y nada más, suficiente para una audiencia que ve en Trump y los próximos cuatro años la reivindicación política que tan elusiva les parecía apenas hace unos años.
Don Jr. se va y muchos buscan la salida. Afuera, antes de las escaleras que llevan al lobby del hotel, un puesto con recuerdos exhibe gorras con el típico “Make America Great Again” y playeras alusivas a la inauguración, la segunda, como presidente del magnate. Pero es otra la prenda que llama la atención de varios: en su frente se lee, en inglés: “Dios, Armas y Trump”, en ese orden.