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La Unión Europea debe reinventarse ante el giro de EU hacia Ucrania

El conflicto y el ascenso de la extrema derecha colocan a Bruselas en una posición decisiva, donde la consolidación de su autonomía o la fragmentación política podrían redefinir su futuro.
vie 28 febrero 2025 05:04 AM
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La guerra en Ucrania y el ascenso de la extrema derecha en Europa han colocado a la Unión Europea ante una crisis interna que redefine su unidad y estrategia global.

A tres años de la invasión rusa a Ucrania, Europa enfrenta una de sus mayores crisis políticas y geopolíticas en décadas. Lo que comenzó como una respuesta unificada contra Rusia se ha transformado en un escenario de incertidumbre: la guerra está estancada, la extrema derecha avanza en el continente y la vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca ha cambiado las reglas del juego.

El presidente de Estados Unidos amenaza a la Unión Europea con aranceles del 25% a todos sus productos y aseguró el jueves que el bloque solo fue creado para "fastidiar" a su país. Además, cambió su posición con respecto a Kiev y un acercamiento con Rusia.

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Ucrania y el conflicto de desgaste: el dilema de la negociación

La situación militar en Ucrania ha sufrido un cambio significativo desde el fracaso de la contraofensiva de 2023. El avance de las tropas ucranianas, que en un principio logró frenar a las fuerzas rusas, ha caído en una fase de estancamiento. El frente de batalla se extiende ahora a lo largo de 1,500 kilómetros, donde la guerra se ha convertido en un conflicto de desgaste, lejos de los rápidos avances que se esperaban inicialmente.

En paralelo, el panorama diplomático ha experimentado transformaciones notables. La política exterior de Estados Unidos, particularmente las maniobras de Donald Trump, ha influido profundamente en las negociaciones. Las conversaciones con poca transparencia entre el mandatario estadounidense y su homólogo ruso, Vladimir Putin, apuntan a la posibilidad de un acuerdo de paz, mientras que la presión que Trump ha ejercido en torno a los recursos naturales de Ucrania, especialmente los minerales de tierras raras, añade una complejidad adicional al dilema ucraniano.

“En estos momentos hay preparativos para la negociación entre Rusia y Ucrania bajo un clima de liderazgo, presión y amenazas, con un acercamiento repentino a Rusia acompañado de ciertas promesas y, al mismo tiempo, la exigencia de condiciones para que Kiev se siente a la mesa de diálogo”, explica Beata Wojna, profesora de Relaciones Internacionales del Tecnológico de Monterrey.

Esta situación abre tres posibles alternativas para la resolución del conflicto. En primer lugar, la continuación de la guerra, con un enfrentamiento prolongado, probablemente con el apoyo mayoritario de Europa. En segundo lugar, un alto al fuego frágil, que dejaría a Ucrania vulnerable y permitiría a Rusia consolidar algunos de sus objetivos territoriales. Por último, un acuerdo de paz con garantías sólidas, que, aunque incluiría mecanismos de protección para Ucrania, permitiría que Rusia mantuviera ciertos territorios ocupados. Ninguno de estos escenarios ofrece una solución definitiva.

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Wojna subraya que “no se ha hablado mucho sobre el futuro de los territorios ocupados, más allá de que Trump y sus colaboradores han dejado claro que no podría haber regreso de Ucrania a las fronteras de 2014”. Esta falta de claridad sobre el estatus futuro de los territorios en disputa agrega incertidumbre a la ya compleja situación.

El desgaste interno en Ucrania, reflejado en la pérdida de apoyo popular y la creciente crisis humanitaria, ha aumentado la urgencia de una solución negociada. En este contexto, la solicitud de adhesión a la Unión Europea se presenta no solo como una aspiración política y económica, sino como una necesidad existencial para Ucrania.

En el libro Ukraine’s Thorny Path to the European Union, los autores hablan sobre que “el camino hacia la adhesión está plagado de desafíos estructurales y de incertidumbres, pues la transformación interna requiere no solo voluntad política, sino también una capacidad de ejecución que se ve obstaculizada por los estragos de la guerra”.

Esta presión se ve amplificada por factores económicos y estratégicos. Daniela González, profesora de Relaciones Internacionales del Teconológico de Monterrey señala que la presión hacia Ucrania vendría de distintos factores.

"Trump ha insistido mucho en el tema de los elementos como el litio y otros minerales de tierras raras, lo que sitúa a Ucrania como una fuente clave en este mercado”. Esta dimensión económica agrega una capa adicional de complejidad a las decisiones diplomáticas de Kiev, ya que aceptar presiones externas podría implicar beneficios a largo plazo, pero a costa de comprometer la seguridad y la integridad territorial del país.

La falta de un papel claro de la Unión Europea en las negociaciones de paz también ha generado preocupación en los países más cercanos a Rusia, como los bálticos y Polonia. Wojna alerta que “probablemente sí veamos unos tropiezos iniciales, principalmente porque habrá mayor presión sobre todo de los países limítrofes con Rusia”.

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El hecho de que la Unión Europea no haya sido tomada en cuenta en el proceso de negociación ha generado un clima de tensión, que podría empujar a estos países a demandar una mayor autonomía en términos de defensa.

“Las concesiones que se le puedan hacer a Rusia definitivamente pueden sentar un precedente”, advierte Wojna. Este temor es especialmente fuerte en los países del este de Europa, que ya sienten la presión de una Rusia cada vez más agresiva.

Si bien la UE ha sido un actor clave en la respuesta política y económica al conflicto, su ausencia de las mesas de negociación podría provocar un resquebrajamiento de la unidad europea, lo que obligaría a los países del continente a repensar su rol en la seguridad global.

El auge de la extrema derecha y el cambio en la política europea

El conflicto en Ucrania ya no es visto por toda Europa como una causa común. A medida que la guerra se prolonga y sus costos económicos y sociales aumentan, los partidos de extrema derecha han capitalizado el descontento y han ganado terreno en varios países clave.

En Francia, Alemania, Países Bajos e Italia, las fuerzas ultranacionalistas han convertido la guerra en un tema de debate interno, con discursos que priorizan la soberanía nacional y la estabilidad interna sobre el compromiso con Ucrania.

En Francia, Marine Le Pen y su partido han reforzado su narrativa contra la asistencia militar a Kiev, argumentando que los recursos deben destinarse a problemas internos. En Países Bajos, Geert Wilders, líder del PVV, ha adoptado una postura crítica sobre la continuidad de las sanciones contra Rusia. En Italia, Giorgia Meloni ha tratado de equilibrar su discurso, pero dentro de su coalición hay fuerzas que favorecen un enfoque menos beligerante contra Moscú.

En Alemania, las elecciones recientes dieron la victoria al partido democristiano CDU/CSU, liderado por Friedrich Merz, quien ha enfatizado la necesidad de fortalecer la seguridad alemana y europea ante la posibilidad de que Estados Unidos reduzca su apoyo en defensa.

"Uno de los objetivos de Alemania debe ser fortalecer la seguridad de los europeos, incluso considerando escenarios en los cuales Estados Unidos ya no ayude a Europa en términos de seguridad y defensa" señala Wojna, quien fue embajadora de Polonia en México y Centroamérica de 2014 a 2018.

Aún en este escenario la extrema derecha también ha ganado terreno con Alternativa para Alemania (AfD), que alcanzó un 20% de apoyo, aunque sigue marginada de las coaliciones de gobierno.

La extrema derecha ha adoptado una narrativa anti-OTAN, argumentando que Europa no debería involucrarse en un conflicto que consideran más una disputa entre Estados Unidos y Rusia.

Estos grupos también cuestionan el funcionamiento de los organismos internacionales y promueven un nacionalismo que desafía la unidad europea. Este cambio de tendencia no solo afecta la política interna de los países, sino que tiene implicaciones directas en la cohesión de la Unión Europea.

La migración y la dependencia energética son factores que alimentan los discursos de extrema derecha. Wonja añade que "si los partidos tradicionales no regulan los flujos migratorios, ese discurso seguirá alimentando a los partidos radicales y generará problemas para la democracia en los países europeos". Además, la crisis energética derivada de las sanciones a Rusia ha agravado la dependencia europea de proveedores externos, haciendo más difícil sostener una postura unificada.

El apoyo militar a Ucrania podría volverse más limitado, dependiendo de la composición de los futuros gobiernos europeos. La creciente influencia de fuerzas ultranacionalistas podría llevar a un replanteamiento de las relaciones con Rusia.

González explica que "las sanciones no fueron totalmente efectivas en su cometido y esto podría obligar a los países europeos a replantearse su relación con Rusia". Este panorama deja a la UE en una posición vulnerable, con divisiones internas que reducen su capacidad de acción.

El futuro de la UE como actor geopolítico está en riesgo. "Los debates sobre la membresía de Ucrania en la UE ya no pueden separarse del contexto geopolítico. La invasión rusa ha obligado a la Unión a reconsiderar sus propias estructuras de integración y seguridad" explica Peter Van Elsuwege, codirector del Ghent European Law Institute, en el conglomerado de Ukraine’s Thorny Path to the EU.

La ampliación de la UE enfrenta un escepticismo creciente, con sectores políticos que temen los costos de integrar a un país devastado por la guerra y esto podría generar un efecto dominó de aislamiento en varios países europeos, debilitando aún más la estructura de la Unión.

¿Hacia una Europa más autónoma o más vulnerable?

De esta manera, Bruselas se encuentra en un punto de inflexión crucial, donde su seguridad, unidad y capacidad de influir en el orden global están en juego.

Con la incertidumbre sobre el futuro compromiso de Estados Unidos con la seguridad europea, la UE ha comenzado a forjar una estructura de defensa propia. La "Brújula Estratégica" es un intento de consolidar una capacidad de acción militar independiente, aunque su efectividad aún está por determinarse.

El consenso interno sigue siendo uno de los principales obstáculos. La postura de Hungría, por ejemplo, al bloquear sanciones contra Rusia, debilita la unidad europea. "La Comisión Europea ha logrado aprobar 16 paquetes de sanciones, más de lo que Rusia probablemente anticipó, pero hay miembros que continúan cuestionándolas", explica González.

"Si en el futuro cercano se busca crear una organización europea de seguridad y defensa, la verdad es que Hungría no tendría que ser parte, y eso no tendría gran impacto. Lo esencial es que los grandes, como Francia y Reino Unido, estén allí para garantizar una disuasión nuclear frente a Rusia", añade Wonja.

El ascenso de partidos de extrema derecha en países como Francia y Alemania también plantea dudas sobre el futuro de la integración europea. "Esto puede generar una perspectiva crítica hacia la ampliación o el fortalecimiento de la UE. Ya venimos de un golpe previo con el brexit", advierte la directora del la licenciatura en Relaciones Internacionales del Tec de Monterrey.

La fragmentación política podría traducirse en una menor cohesión en la toma de decisiones, afectando su capacidad de acción en conflictos como el de Ucrania.

Otro factor clave es la reconfiguración de las relaciones internacionales. Con la posible disminución del rol de Estados Unidos en la seguridad europea, la UE busca nuevas alianzas, incluyendo un acercamiento con China y otros actores emergentes. "Si China lo permitiera, podría haber un acercamiento que implique costos en el proceso de integración europea", señala González.

Al mismo tiempo, la redefinición de las estrategias multilaterales también afecta a instituciones globales como la ONU. "Los europeos insisten en que el conflicto en Ucrania es una invasión, pero sus intentos de modificar el lenguaje en resoluciones del Consejo de Seguridad han sido bloqueados, debilitando los espacios multilaterales", concluye Daniela.

El futuro de la UE dependerá de su capacidad para superar sus divisiones internas y consolidar una estrategia que le permita mantenerse como un actor relevante en la escena global. La creación de una estructura de defensa independiente, la ampliación hacia Ucrania y la gestión de nuevas alianzas serán determinantes. No obstante, el riesgo de una mayor fragmentación sigue latente, y con ello, la posibilidad de que Europa termine más vulnerable en lugar de más autónoma.

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