España es uno de los miembros importantes más negados a incrementar su gasto en defensa, con un porcentaje actual de 1.28% de su PIB, la relación más baja dentro de los países de la OTAN. A pesar de los llamados de la Alianza Atlántica a que los miembros aumenten su inversión, especialmente en tiempos de tensión por la guerra en Ucrania, el gobierno del socialista Pedro Sánchez enfrenta una oposición interna significativa.
Sin embargo, el mandatario español afirmó recientemente su compromiso de alcanzar el 2% del PIB en defensa para 2029.
En este contexto, otros miembros de la UE, como Alemania y Grecia, optan por reforzar sus capacidades militares a través de planes de inversión a largo plazo.
La reciente aprobación del incremento del techo de deuda por la Cámara Baja del parlamento alemán no solo constituye una respuesta directa a los retos geopolíticos, sino también representa un punto de inflexión en la política exterior y de defensa de Alemania, un país históricamente reticente a asumir un mayor papel militar en la arena internacional.
El texto aprobado, impulsado por Friedrich Merz, líder del bloque conservador CDU/CSU y futuro canciller, plantea una inversión de 500,000 millones de euros en un periodo de 12 años, cuyo fin es transformar la infraestructura del país, impulsar la transición hacia energías más limpias y, sobre todo, fortalecer la defensa militar alemana.