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Las teorías de la conspiración se vuelven un arma de doble filo para Trump

El presidente estadounidense y el movimiento político detrás de él usan esta narrativa para atraer a sus bases, pero en algunos casos, como el de Jeffrey Epstein, comienza a salirse de sus manos.
mié 06 agosto 2025 07:24 AM
El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, habla después de firmar una orden ejecutiva sobre la creación de un grupo de trabajo de los Juegos Olímpicos de la Casa Blanca 2028 en el Auditorio de la Corte Sur de la Casa Blanca en Washington, DC, el 5 de agosto de 2025.
Durante su primera presidencia, Trump con frecuencia compartió las publicaciones de seguidores vinculados a la notoria teoría de la conspiración QAnon.

El presidente Donald Trump se ve atrapado por su propia trampa. Por años, el multimillonario y su movimiento político han alimentado una serie de teorías de la conspiración para conquistar al electorado estadounidense. Sin embargo, con el Epstein, el republicano perdió el control de la narrativa.

Desde antes de iniciar su carrera política, Trump ha compartido teorías de la conspiración. Por ejemplo, aseguraba que el presidente Barack Obama no había nacido en Estados Unidos, por lo que su presidencia no era legítima.

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El ahora presidente ha alimentado varias narrativas difíciles de comprobar o incluso, falsas. Algunas de sus teorías favoritas es que la elección de 2020 le fue robada a través de un fraude vinculado al voto por correo, aunque todas las pruebas muestran que el demócrata Joe Biden ganó la presidencia de manera legítima.

Durante su primera presidencia, Trump con frecuencia compartió las publicaciones de seguidores vinculados a la notoria teoría de la conspiración QAnon, una narrativa que se originó en 2017 y afirmó que una poderosa camarilla de demócratas y élites está traficando y abusando de niños, y que Trump está luchando contra ellos.

“Es un terreno en el que Trump se mueve con comodidad”, dice Mercedes Baltazar, fundadora de la firma de consultoría Meraki México.

En la cultura estadounidense

Las teorías de conspiración son atractivas para muchas personas ya que validan su visión del mundo y le dan un sentido de pertenencia. Para los estadounidenses es especialmente atractivo y es algo que Donald Trump ha explotado a lo largo de su carrera en la política.

“Es parte de su estilo y conecta muy bien con el público norteamericano, no solo el actual, sino hay mucho antecedente histórico. De hecho hay historiadores que dicen que tiene que ver incluso con un tema cultural”, dice Baltazar.

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Aunque se suele decir que los republicanos son más propensos a creer en teorías de la conspiración, una investigación publicada en Polit Behav en 2022 muestra que no hay evidencia de que un grupo político sea más vulnerable a compartir este tipo de información.

Un riesgo de compartir este tipo de narrativas es que erosionan la confianza en las instituciones. Trump y su gobierno no son inmunes, de hecho, a esta desconfianza.

La mayoría de los estadounidenses piensan que la administración del presidente Donald Trump está ocultando información sobre el acusado traficante sexual Jeffrey Epstein y le dan malas calificaciones sobre el tema después de comprometerse a hacer documentos públicos en el caso, de acuerdo con una encuesta de Reuters/Ipsos.

La encuesta de dos días, que se cerró el 16 de julio, mostró que el 69% de los encuestados pensaba que el gobierno federal estaba ocultando detalles sobre los clientes de Epstein, en comparación con el 6% que no estaba de acuerdo y aproximadamente uno de cada cuatro que dijo que no estaba seguro.

Además de pedir a sus partidarios que dejen atrás esta polémica, Trump ha intentado desviar la atención de la opinión pública con ataques al expresidente demócrata Barack Obama, a quien la Casa Blanca acusó de orquestar acusaciones de interferencia rusa en las elecciones presidenciales de 2016.

Trump asegura haberse distanciado de Epstein, quien pertenecía a su círculo neoyorquino durante su etapa como magnate inmobiliario, porque le "robó" empleadas del spa de su resort de Mar-a-Lago en Florida.

A mediados de julio, el Wall Street Journal atribuyó a Trump una carta de 2003 subida de tono y dirigida a Epstein por su 50 cumpleaños. El multimillonario niega la autoría y ha demandado al periódico por difamación.

“Por más que trate de recontrolar la narrativa, no lo está logrando porque es más grande que él”, dice la especialista en manejo de crisis.

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Noticias falsas, consecuencias reales

Las teorías de la conspiración no solo se quedan como opiniones en foros de internet o discusiones con familiares y amigos, sino que conducen a acciones en la ida real.

“La información que consumimos alimenta nuestras visiones, nuestras imágenes y termina influyendo en nuestras decisiones”, dice Baltazar.

Hay varios casos en los que las conspiraciones tuvieron consecuencias graves en el mundo real. Cientos de seguidores de Donald Trump que creyeron que en realidad le fueron robadas las elecciones presidenciales de 2020, aunque el republicano jamás pudo presentar pruebas de esto, tomaron el Capitolio el 6 de enero de 2021.

También está el Pizzagate, una teoría en la que se afirmaba que una pizzería estaba en centro de una red de tráfico de personas con fines de explotación sexual, especialmente niños, cuyos principales clientes serían miembros de la élite política. El caso estalló cuando un hombre armado llegó al restaurante para rescatar a los niño, que nunca estuvieron allí.

Incluso, las teorías de la comparación promovida por el movimiento MAGA terminan convertidas en políticas públicas.

Por ejemplo, agentes del Servicio de Inmigración y Aduanas de Estados Unidos (ICE) han llevado a cabo detenciones de personas solo basados en los tatuajes que portan, pues según algunas fuentes estarían relacionados con la pandilla venezolana el Tren de Aragua, aunque no hay ninguna prueba concluyente de la relación de estos tatuajes con la organización criminal.

El caso más extremo es el nombramiento de Robert F. Kennedy Jr., conocido por difundir desinformación sobre varios temas relacionados con la salud pública, como Secretario de Salud y Servicios Humanos.

Bajo el mando de Kennedy, el Departamento de Salud ordenó una serie de estudios para identificar los factores ambientales que contribuyen al autismo y que, de acuerdo con el secretario, están relacionados con su creciente prevalencia en el país.

Los planes del gobierno para los estudios incluyen analizar la vacuna contra el sarampión, las paperas y la rubéola y el autismo, informó antes la agencia Reuters. Estudios científicos anteriores no han encontrado ninguna relación entre las vacunas y el autismo.

“Sabemos que es una exposición ambiental. Tiene que serlo”, insistió Kennedy, quien aseguró también "eliminar" las causas de la “epidemia de autismo”.

El martes, el gobierno estadounidense anunció la rescisión de 22 contratos federales para vacunas basadas en ARN mensajero (ARNm) y cuestionó la seguridad de esa tecnología, a la que se le atribuye haber ayudado a poner fin a la pandemia de covid-19 y haber salvado millones de vidas.

“Son decisiones que van a afectar la vida cotidiana y la salud de todo un país”, indica Baltazar.

Actualmente, Estados Unidos vive un brote de sarampión que se ha extendido gracias a la escasa vacunación contra esta enfermedad. Algunos especialistas señalan a Kennedy directamente por difundir desinformación sobre la vacuna que previene esta enfermedad.

En marzo, declaró en el canal Fox News que la vacuna contra el sarampión causaba “todas las enfermedades que el propio sarampión provoca: encefalitis, ceguera, etc.”.

“No sólo hay brotes de sarampión, hay otras enfermedades que también están brotando y están regresando por la falta de vacunación. Esto no solo va a ser el impacto en esta parte de la sociedad, sino va a tener un impacto generacional”, advierte Baltazar.

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