“Nos dijeron que protegería a Estados Unidos de la competencia extranjera y salvaría empleos en el país; el mismo argumento que escuchamos hoy. El resultado real fue la Gran Depresión, la peor catástrofe económica de nuestra historia; uno de cada cuatro estadounidenses perdió su trabajo.
Sin embargo, un año antes, el presidente experimentó con la imposición de mayores tasas a las importaciones provenientes de un país asiático.
Aranceles a Japón
Reagan impuso aranceles de 100% a una amplia variedad de productos importados desde Japón el 27 de marzo de 1987, cuando una primera oleada de importaciones del país del Sol Naciente sacudió los cimientos de la hasta ese momento invencible industria automotriz de Estados Unidos.
Entonces, millones de clientes estadounidenses dejaban de comprar vehículos de las firmas de su país y elegían en su lugar modelos de marcas japonesas como Toyota y Honda.
En ese momento, las firmas japonesas se especializaban en producir autos simples, pequeños y económicos, tan distintos a los enormes modelos, con un gran consumo de combustible, que fabricaba Estados Unidos.
En 1980, al llegar Ronald Reagan al poder con un discurso nacionalista como el de Trump, los obreros industriales estadounidenses estaban sufriendo la primera de muchas oleadas de despidos.
Al caer sus ventas, las firmas como General Motors y Ford habían empezado a despedir a miles de trabajadores.
Los aranceles no solo fueron una respuesta en defensa de la industria automotriz, sino contra otros sectores de consumo, principalmente productos electrónicos.
“Tenemos pruebas claras de que las empresas japonesas estaban incurriendo en prácticas comerciales desleales que violaban un acuerdo entre Japón y Estados Unidos”, declaró Reagan. “Esperamos que nuestros socios comerciales cumplan con sus acuerdos”, dijo Reagan en el discurso citado por Canadá la semana pasada.
Reagan afirmó que eliminaría los aranceles solo cuando hubiera pruebas de que Japón trataba a las empresas y trabajadores estadounidenses de manera justa, lo que también sonaba parecido a los discursos recurrentes de Trump.
No obstante, Reagan se resistía a imponer barreras comerciales a Japón y creía que los aranceles elevados perjudicaban a los trabajadores y la economía estadounidenses.
Reagan criticó entonces al Congreso, controlado por los demócratas, por proponer una legislación que podía imponer más barreras comerciales a otros países. Y a pesar de “ciertos casos puntuales como los semiconductores japoneses”, Reagan afirmó que su administración había adoptado el libre comercio.