5 lecciones de la 'guerra' al narco en Colombia que México puede aprender
El expresidente de Colombia César Gaviria (1990-1994) delineó una serie de “errores” que —a su juicio— su país cometió al enfrentar al narcotráfico, y ofreció algunas alternativas que se pueden poner en marcha para atender el problema.
Gaviria escribió un artículo en el diario estadounidense The New York Times en el que cuestiona la política antidrogas de “mano dura” del presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, y menciona que tanto él como el mundo, México incluido, pueden aprender de la experiencia colombiana en la materia.
“Si bien logramos hacer a Colombia un poco más segura, pagamos un enorme precio (...) Créame, aprendí a la mala”, indica.
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1. No al enfoque de 'guerra'
El exmandatario reconoce que “las drogas ilegales son un asunto de seguridad nacional, pero la guerra en su contra no se puede ganar nada más con las Fuerzas Armadas ni los organismos de justicia”, ni con los “miles de millones de dólares invertidos en una campaña incansable para erradicar las drogas y desmantelar a los cárteles”.
Gaviria insiste en que “enviar más soldados y policías contra los consumidores de drogas no solo es una pérdida de dinero, sino que además puede empeorar el problema”.
“Decenas de miles de personas murieron en nuestra cruzada contra las drogas. Muchos de nuestros políticos, jueces, policías y periodistas más brillantes fueron asesinados. Al mismo tiempo, los grandes fondos que amasaron los cárteles de la droga se gastaron en corromper a nuestros poderes Ejecutivo, Judicial y Legislativo”, recapitula para el caso colombiano.
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2. Respeto a los derechos humanos
Para el también exsecretario general de la Organización de los Estados Americanos (1994-2004), los gobiernos deben rechazar los asesinatos extrajudiciales y el vigilantismo en el marco de la campaña contra el crimen organizado.
Aparte del armamento militar, el expresidente asegura que las políticas represivas y las prisiones más grandes tampoco son la respuesta.
“La guerra contra las drogas es fundamentalmente una guerra contra la gente. Sin embargo, cuesta eliminar los malos hábitos. Muchos países todavía tienen una adicción a financiar esta guerra”, asevera.
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3. Los consumidores no son el enemigo
El artículo de Gaviria resalta que “casi siempre resulta contraproducente encerrar a los delincuentes no violentos y a los adictos”, ya que acaba por fortalecer a los cárteles de la delincuencia organizada.
“La guerra contra el narcotráfico no se puede ganar matando a los delincuentes menores ni a los adictos. Solo pudimos observar resultados positivos cuando cambiamos de rumbo, y aceptamos que las drogas son un problema social y no uno militar”, afirma.
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4. La 'guerra' no abate el consumo
El exmandatario colombiano advierte que la “estrategia de mano dura contra las drogas sirvió de poco para disminuir la oferta y la demanda de drogas en Colombia, ni qué decir de mercados como Europa y Estados Unidos”, al explicar que de hecho la cocaína y la heroína “son más accesibles que nunca en Bogotá, Nueva York o Manila”.
“Mi gobierno y los posteriores desde entonces hicieron de todo para atacar el problema: desde fumigar los cultivos hasta poner en la cárcel a cada vendedor de drogas a la vista. No solo fracasamos en la erradicación de la producción, el tráfico y el consumo de drogas en Colombia, sino que además provocamos que las drogas y la delincuencia se instalaran en los países vecinos”, añade.
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5. ¿Qué sí hacer?
Pero Gaviria no solo se refiere a lo que no se debe hacer, sino que también ofrece opciones. Por ejemplo, se pronuncia a favor de la despenalización del consumo de drogas y su regulación por parte del Estado, además de combatir la corrupción como el lavado de dinero, establecer “estrategias orientadas hacia los delincuentes violentos”, brindar tratamiento a los consumidores de drogas y “sentencias alternativas a los infractores no violentos de bajo nivel”.
“La verdadera reducción de la oferta y la demanda de drogas se alcanzará al mejorar la salud y la seguridad pública, fortaleciendo las medidas anticorrupción —en particular, aquellas contra el lavado de dinero— e invirtiendo en el desarrollo sustentable. Además, creemos que el camino más inteligente para el combate a las drogas es la despenalización del consumo y asegurarse de que los gobiernos regulen ciertas drogas, incluidas las de uso médico y recreativo”, abunda.
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“Se necesita una nueva estrategia, una que elimine las ganancias obtenidas de la venta de drogas y, a su vez, garantice que se hagan cumplir los derechos humanos de todos los ciudadanos y se les proporcione acceso a servicios de salud”, concluye.