7. Las últimas palabras de Hidalgo
“No me tengas lástima, sé que es mi último día, mi última comida y por eso tengo que disfrutarla; mañana ya no estaré aquí; creo que eso es lo mejor, ya estoy viejo y pronto mis achaques se van a comenzar a manifestar, prefiero morir así que en una cama de hospital”, fueron algunas de las últimas palabras del cura Hidalgo, expresadas el 29 de julio de 1811, horas antes de ser fusilado en Chihuahua por el Ejército Realista, según un manuscrito citado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
8. ¿Y Morelos?
"Señor si he obrado bien, tú lo sabes y sin mal, me acojo a tu infinita misericordia”, habría pronunciado Morelos –sacerdote, igual que Hidalgo– el 22 de diciembre de 1815, crucifijo en mano, antes de ser fusilado en Ecatepec, Estado de México, luego de que fue capturado por tropas españolas, de acuerdo con el INAH.
9. Mueren los héroes, nace la tradición
Dos años después del inicio de la lucha de Independencia, el 16 de septiembre de 1812, el general Ignacio López Rayón, secretario del cura Hidalgo, celebró el aniversario del Grito de Dolores en Huichapan, Hidalgo.
En 1813, José María Morelos y Pavón planteó en sus “Sentimientos de la Nación” –texto base de la Constitución de 1814–, solemnizar el día 16 de septiembre “como el día aniversario en que se levantó la voz de la Independencia"; el texto final declaró a la fecha “una fiesta nacional”.
Y fue el emperador Maximiliano I de México quien en 1864 utilizó por primera vez el discurso y las arengas para recordar el inicio del movimiento patriótico, desde el pueblo de Dolores.
Porfirio Díaz trasladó la celebración del Grito al Zócalo, con todo y la campana original de Dolores que fue llevada a Palacio Nacional en 1896.
Francisco I. Madero, el primer presidente electo de la Revolución, continuó con la celebración del 15 de septiembre.