OPINIÓN: Racismo institucional divide a candidatos a la vicepresidencia
Nota del editor: Peniel Joseph preside la Barbara Jordan Chair in Political Values and Ethics y es director fundador del Center for the Study of Race and Democracy en la Escuela LBJ de Asuntos Públicos de la Universidad de Texas en Austin, donde también es profesor de historia. Es autor de varios libros, el más reciente "Stokely: A Life". Las opiniones aquí expresadas son suyas.
(CNN) — La lucha por la dignidad afroamericana en el sistema de justicia penal de Estados Unidos, que ha marcado este ciclo electoral presidencial, fue una vez más tema central durante el debate vicepresidencial del martes por la noche en Virginia entre el senador de ese estado, Tim Kaine y el gobernador de Indiana, Mike Pence.
La moderadora Elaine Quijano preguntó a ambos candidatos si a las fuerzas del orden se les pidió asumir demasiada responsabilidad tras los trágicos disparos de la policía de Dallas el pasado verano.
El senador Kaine, que se mostró como una persona inteligente y accesible, y un poco nerviosa, reconoció que la policía soportaba la carga de lidiar con problemas de salud mental, pobreza y otros males sociales y económicos que iban más allá de su trabajo de combatir el crimen. Abogó por la policía comunitaria como la respuesta ante el aumento de las tensiones entre la policía y las comunidades afroamericanas y latinas en todo el país y criticó el apoyo del candidato presidencial republicano Donald Trump a las tácticas policiales de "parar y cachear" (stop and frisk) que han sido juzgadas por los críticos y al menos por un juez de Nueva York como prácticas con sesgo racial.
Estas tácticas "polarizan la relación entre la policía y la comunidad", argumentó Kaine, sugiriendo en cambio centrarse en la atención de la salud mental, poner fin a la violencia armada y la policía comunitaria como mejores alternativas que se institucionalizarían en una administración Clinton-Kaine.
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El gobernador Pence, quien proyectó una sinceridad campechana durante gran parte de la noche, respondió cuestionando a los críticos que sugieren que todo el sistema de justicia penal adolece de prejuicios raciales, insistiendo que el apoyo de la mancuerna Trump-Pence por la "ley y orden" recibió el aval de 330,000 agentes de la ley en todo el país.
Pence censuró que se hablara mal de los agentes policiales a raíz de las trágicas muertes que han ocurrido en el país, acusando directamente a Hillary Clinton de hacer política con la reciente muerte por disparo de Keith Lamont Scott en Charlotte, Carolina del Norte, que desencadenó disturbios urbanos hace dos semanas. El planteamiento generalista que acusa al sistema de justicia de sesgo racial, indicó Pence, divide a la nación en un momento en que la unidad es más necesaria que nunca.
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"La gente no debe temer aludir a las cuestiones de prejuicios en la aplicación de la ley", respondió Kaine, quien usó la historia de Philando Castile, muerto a manos de agentes policiales en St. Paul, Minnesota, días antes de la tragedia de Dallas, como un ejemplo de sesgo racial en la policía. Castile había sido "detenido por la policía cuarenta o cincuenta veces", sugiriendo un patrón de perfil racial. Kaine señaló que “no había motivo” para la muerte de Castile, una afirmación que el gobernador Pence no discutió.
"Necesitamos una reforma en justicia penal", concedió Pence que, aunque mostró genuina empatía en ese momento, no apoyó las reformas políticas que podrían mitigar el racismo institucional que Kaine reconoció abiertamente.
Ese tramo del debate subrayó la singular importancia que tiene hoy la justicia racial en el discurso político estadounidense. En concreto, los esfuerzos para combatir el racismo anti-negro en la política y las políticas nacionales no había recibido este tipo de atención pública en medio siglo.
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Aun cuando el movimiento “Black Lives Matter” no fue mencionado en el debate, los dos candidatos abordaron el tema central del movimiento -el racismo institucional y la desigualdad en la justicia penal y en las instituciones democráticas de Estados Unidos- de una manera que no había logrado ningún debate vicepresidencial reciente.
El mejor momento de Kaine vino al término de esta sección, cuando discutió la importancia del liderazgo presidencial a fin de que la gente respete la ley y sea tratada con respeto por la ley. En una retórica elegante y sucinta, Kaine enumeró una larga lista de expresiones denigrantes, sexistas y racistas de Trump contra los inmigrantes indocumentados latinos, las mujeres, los negros y el presidente Obama a través de la negación de su nacionalidad. "Si quieren tener una sociedad donde las personas respetan las leyes y a su vez son respetadas, no puede estar al mando alguien que denigra a todos los grupos". Y con esto, un Kaine sorprendentemente enérgico puso fin a la discusión sobre las relaciones raciales, la justicia penal y la policía.
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La mayor victoria de la noche en lo que respecta a la discusión sobre las relaciones raciales no se la llevó ninguno de los candidatos o partidos, sino todo el país. La breve pero sincera discusión sobre la igualdad racial en el sistema de justicia penal es un buen augurio para una reforma política significativa a nivel nacional.
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La lucha por la igualdad negra está tomando, merecidamente, un lugar central en la política nacional, una atención despertada por la tragedia que puede terminar en el triunfo del ejercicio democrático estadounidense si tenemos el valor de enfrentar con valentía una crisis que se ha vuelto demasiado importante para ignorarla.