OPINIÓN: Clinton no ha dado a Trump el golpe definitivo... todavía
Nota del editor: John McTernan es un exescritor de discursos del exprimer ministro británico Tony Blair y exdirector de Comunicaciones de la exprimer ministra de Australia, Julia Gillard. Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.
(CNN) – Las personas que preguntan por qué Hillary Clinton no asestó un golpe mortal contra Donald Trump en el debate del pasado domingo están haciendo la pregunta equivocada. Esto no fue un acontecimiento decisivo, los debates rara vez lo son.
Incluso el legendario debate Kennedy-Nixon en 1960 fue menos importante que lo que la gente piensa. La victoria de Kennedy realmente se redujo a una organización superior sobre el terreno por parte de Lindon B. Johnson en Texas y por el alcalde Richard J. Daley en Chicago. Este debate fue un juego de expectativas.
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De todos modos, Hillary no tuvo necesidad de asestar un golpe mortal. Trump lo había hecho ya.
¿Cúal? Elige tu opción. Su ataque a una familia de un veterano Estrella Dorada. El maltrato a la exMiss Universo Alicia Machado. Su negativa a publicar sus declaraciones de impuestos; y el orgullo con que dijo que no pagar impuestos demostraba que era inteligente. O el pequeño detalle del video que fue publicado por el Washington Post donde Trump habla de sus tácticas depredadoras para cortejar a las mujeres que encuentra atractivas.
Clinton ha tenido que evitar ser encolerizada o antagonizada y que eso la orille a contestar burlas y calumnias de Trump. Michelle Obama le dio un patrón a seguir y, de hecho, la citó el domingo por la noche, al decir: “Cuando ellos se rebajan, nosotros vamos arriba”. O, en palabras incisivas de Napoleón Bonaparte: “Nunca interrumpas a tu enemigo cuando esté cometiendo un error”.
Y Hillary no lo ha hecho. Solo lo ha visto cometer errores, una y otra vez.
¿Qué estaba haciendo Trump? Bueno, una de las reglas más importantes de la política es: “Si no puedes cumplir con las expectativas del público, entonces rebájalas”. A juzgar por la última semana, Trump ha tomado ese consejo en serio.
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Después del lanzamiento de su conversación lasciva con Billy Bush acerca de golpear a las mujeres, Trump dio una clase magistral de cómo no se debe gestionar una crisis.
Empezó con una agresiva “disculpa-no disculpa”. Siendo justos, sí pronunció la frase: “Me disculpo”, lo que, para un hombre tan abiertamente narcisista debe haber sido difícil. También trató de emitir una narrativa clásica de redención, al decir: “Me comprometo a ser un hombre mejor mañana y nunca, nunca les fallaré”.
nullSin embargo, Trump, al ser quien es, no pudo evitar lanzar un ataque al mismo tiempo.
“Hillary Clinton y los de su tipo han llevado nuestro país al suelo. He dicho algunas cosas tontas, pero hay una gran diferencia entre las palabras y las acciones de otras personas. Bill Clinton de hecho a abusado mujeres, y Hillary ha acosado, atacado, avergonzado e intimidado a las víctimas de él”, dijo el fin de semana antes de añadir con cierta amenaza: “Discutiremos más esto en los próximos días. Nos vemos en el debate del domingo”.
Luego, ante un aluvión de críticas por parte de los republicanos de alto rango que lo llamaron a rescindir el nombramiento, Trump desafió a su propio partido y sugirió que no tiene intención de abandonar la campaña presidencial.
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Todo esto, por supuesto, fue el prólogo al segundo debate presidencial. Algunos predijeron que el debate sería pan comido para Hillary Clinton, con bromistas en Twitter diciendo que su preparación para el debate sería ponerse al día en los episodios de Luke Cage y otras series de televisión.
Pero nada es tan sencillo, sobre todo en esta carrera presidencial. Trump se presentó al segundo debate preparado y con guión, y dio un rendimiento en su mayor parte pulido. Muchos expertos posdebate le anotaron una victoria por puntos. Pero esto fue un clásico en su género, un exceso de desempeño frente a una meta muy baja.
Lo que quedó en el olvido fue quién y qué es Trump: una estrella de televisión con experiencia de más de una década en su programa The Apprentice.
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Cuando es disciplinado y se apega a un guión, es un comunicador fluido. Cualquiera que lo dude debe mirar la broma de Comedy Central a Trump. El domingo por la noche se apegó al guión y el formato de foro abierto al parecer le sentó bien también.
Así que, vimos un Trump cuyos pantalones no se cayeron en el escenario, y por lo tanto se le concedió una calificación de triunfo.
Pero también se refirió a Hillary Clinton como “el diablo” y prometió —al estilo de Robert Mugabe— hacerla encarcelar en caso de ganar las elecciones.
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¿Por qué hizo esto Trump? Debido a que su guión no estaba meramente pulido, probablemente estaba probado a fuego. La frase “vestuario” para describir comentarios misóginos huele a un focus group. Así, también, sus ataques a Clinton. Él estaba apelando a su base, tres cuartas partes de las cuales rechazan el intento de los líderes republicanos de que Trump se retire.
Ambos candidatos tenían un plan claro, el cual ejecutaron. Hillary, sin embargo, estará más complacida de sus resultados que Trump. A pesar de que soportó un interrogatorio intenso de los moderadores, Trump no estuvo cerca de dañarla. Y dio a los partidarios de Clinton —y, más importante, a los votantes que se inclinan por Clinton— muchísimas razones para pensar que tenían razón al favorecerla.
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Los debates, al final, se tratan de candidatos que hablan con partidarios en lugar de combatir entre sí. Trump estará satisfecho con su actuación, pero también lo estará Clinton. Ella, después de todo, entró al debate con una ventaja en las encuestas y probablemente salió de él con esa delantera intacta.
Trump necesita un cambio de juego, pero Clinton no necesitó ningún cambio. Y eso es exactamente lo que obtuvo.