OPINIÓN: ¿Por qué los partidarios de Donald Trump aun lo aman?
Nota del editor: Timothy Stanley es historiador y columnista del diario británico Daily Telegraph. Es el autor de "Citizen Hollywood: How the Collaboration Between L.A. and D.C. Revolutionized American Politics". Las opiniones en esta columna expresadas son exclusivamente de su autor.
(CNN) – Aun lo aman. El sábado pasado, Donald Trump acudió a un mitin en Florida que fue tan masivo y adulatorio como cualquier otro durante la campaña. Atacó a los jueces federales que desafiaron su orden para prohibir la entrada de ciertos viajeros. Atacó a los periodistas que hacían preguntas difíciles. "Ellos tienen su propia agenda y la de ellos no es la de ustedes", dijo, refiriéndose a la multitud que lo escuchaba como "nuestra gente".
Y esa su gente no ha perdido un ápice de su fe. Ni lo harán.
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Su fidelidad es impresionante dados los acontecimientos del mes pasado. Trump tuvo que aceptar la renuncia de su consejero de seguridad nacional, ver cómo obstaculizaban su veto para viajeros, y finalizar la semana pasada con una extraña conferencia anti-prensa que, a juicio de muchos periodistas, no solo fue inapropiada sino alarmante.
Pero los periodistas tenemos que recordar que no todo el mundo es periodista. Fuera de la burbuja de los medios, la opinión sobre los medios está coloreada por el prejuicio partidista y a menudo es bastante baja. Trump ha identificado a un enemigo que, según muchos conservadores, necesita nombrarse.
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Advierto, no fui al mitin en Florida. Pero he estado en muchos, muchos mítines de Trump, y cuando he intentado entrevistar a la audiencia, he notado que los ‘trumpistas’ tienen dos cosas en común. Una es que sospechan de los periodistas. Siempre quieren saber a qué medio represento y qué preguntas podría hacerles. Una vez que la entrevista ha terminado, por regla general dicen lo mismo: "¿Por qué los medios odian tanto a Donald Trump?"
Respondo que estamos haciendo nuestro trabajo, planteamos preguntas de la misma manera que lo hacemos con todos los políticos. Pero no hay forma de evitar que los medios tengan una inclinación institucional.
Mis políticas conservadoras son inusuales dentro del periodismo. El ‘trumpista’ promedio probablemente cree que yo soy un rojillo. Pero el editor promedio probablemente piensa que soy más derechista que Chuck Norris. Y aunque ese liberalismo institucional no es universal -a fin de cuentas, Fox y Breitbart son también parte de los medios- y no se traduce rutinariamente en un sesgo a la hora de informar, el escepticismo de derechas respecto a nuestros motivos es comprensible.
nullSi los medios mantienen a los políticos en vilo, los activistas políticos son libres también de mantenernos a nosotros, la prensa, en vilo.
En los últimos años -especialmente desde Sarah Palin- combatir a la prensa se ha convertido en parte del programa de la derecha, como asegurar la frontera o recortar impuestos. Consideran que una prensa liberal es perjudicial para la democracia y un obstáculo para el gobierno conservador.
Cuando atestiguaron esa desquiciada conferencia de prensa el jueves, no compartieron la alarma de los medios. Vieron a Trump luchando por sobrevivir, tratando de romper lo que ellos consideran el lesivo monopolio de los medios sobre la verdad. Se preguntan: "¿Por qué los medios no dejan que Donald haga el trabajo para el que fue elegido?".
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Aparte del odio a la prensa, la otra cosa que en mi opinión comparten los ‘trumpistas’ es el temor a empeorar. A menudo se observa que los partidarios de Trump son más ricos que la clase trabajadora que dicen representar, pero eso no es relevante.
Son ciudadanos preocupados que tienen una antipatía patriótica por el desempleo o el terrorismo islamista. Ellos votaron por Trump porque prometió restaurar la grandeza de la nación, construir un muro e impedir que los empleos se vayan del país.
Desde este punto de vista, los conservadores siguen creyendo en Trump porque Trump sigue creyendo en ellos. Su lista de órdenes ejecutivas es una lista de deseos de la derecha: revertir los costos de Obamacare, comenzar a planear un muro fronterizo, reducir las regulaciones, etc.
nullSu elección para la Corte Suprema es una versión más joven de Antonin Scalia. Su gabinete, blanco, conservador y mayoritariamente masculino, demuestra que no está haciendo concesiones a la corrección política.
Si Trump hubiera hecho lo que los medios esperaban que hiciera y una vez en el poder prometiera unidad, compasión y piruletas, habría sido una traición a su base. Lo sorprendente - casi impresionante - sobre Donald Trump es la consistencia entre el candidato y el presidente.
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Y aquí está la genialidad de su estrategia anti-medios: Aún si fracasa, no será su culpa. Trump y su base creen que la conspiración contra ellos es enorme y casi imbatible. Al atacar a los medios con tanta fuerza como lo ha hecho Trump ha preparado a sus partidarios para la derrota. Por eso muchos perdonarán los errores que ha cometido en el último mes. Los considerarán inevitables. Donald, dirán, está haciendo lo mejor que puede.
Donald Trump necesita a los medios. Atacar a los medios es parte de la razón por la que ganó. El odio a los medios es una de las cosas que apiñará a sus tropas a su alrededor mientras intenta hacer su trabajo. Irónicamente, los medios también necesitan a Trump. Como el presidente ha dicho muchas veces, es bueno para el rating.
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