OPINIÓN. El pacto climático debilita a EU para combatir a sus rivales: Ted Cruz
Nota del editor: Ted Cruz representa al estado de Texas en el Senado de Estados Unidos. Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.
(CNN) — Después de una gira internacional exitosa y de la cumbre del G7 en Italia, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, tiene la oportunidad de evitarle al país el cumplimiento de los requisitos injustos y económicamente devastadores del Acuerdo de París, el tratado de Naciones Unidas sobre cambio climático que se comprometió a romper cuando estaba haciendo campaña.
Trump debería actuar lo más pronto posible para mantener su promesa de campaña.
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El acuerdo, que se firmó durante la presidencia de Obama en 2016, compromete a Estados Unidos a reducir drásticamente sus emisiones de carbono y a permitir que otros países incrementen las suyas. Nada de esto sirve para reducir significativamente la temperatura mundial.
Según el nuevo estudio de National Economic Research Associates Economic Consulting, el Acuerdo de París eliminaría de la economía estadounidense tres billones de dólares del PIB (producto interno bruto), 6.5 millones de empleos en el sector industrial y 7,000 dólares per cápita en ingresos domésticos para 2040.
Cumplir el objetivo de reducción de emisiones para 2025 significaría perder 250,000 millones de dólares de nuestro PIB y 2.7 millones de empleos. Los sectores del cemento, la siderurgia y la refinación de petróleo reducirían su producción en un 21, 19 y 11 % respectivamente.
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Estos estándares injustos no solo reducen el aumento de los empleos y los salarios en Estados Unidos e incrementan el costo de los servicios públicos para las familias trabajadoras, sino que pondrían en desventaja a Estados Unidos en la economía mundial. El resultado sería que nuestra producción quedaría rezagada mientras otros países siguen expandiendo su PIB.
Quienes propusieron el acuerdo lo presentaron como la panacea contra el impacto del cambio climático, pero esencialmente es una forma de incrementar el control del gobierno sobre la economía, el sector energético y casi todos los aspectos de nuestra vida diaria. Representa justamente el enfoque mal encaminado, autoritario y paternalista que los electores estadounidenses rechazaron rotundamente en 2016.
No podemos seguir por un camino que da prioridad a los trabajadores estadounidenses si paralizamos al sector energético de los combustibles fósiles, que genera el 82% de la energía que se consume en Estados Unidos.
nullTan solo el sector del carbón produce casi una tercera parte de la energía eléctrica de Estados Unidos y cada vez hay más tecnologías disponibles para la quema limpia de carbón.
Estados Unidos está en vías de volverse exportador de energía neta a lo largo de la próxima década. No deberíamos abandonar ese avance debilitando nuestro renacimiento energético y paralizando el crecimiento económico.
No hay que olvidar los grandes aumentos en el costo de los servicios públicos que representa este acuerdo. El Plan de Energías Limpias, componente importante del cumplimiento del acuerdo, provocaría que los costos de la energía se dispararan para los texanos trabajadores de clase media en un 16% para 2030 , según el Consejo de Confiabilidad Económica de Texas, entidad que opera la red de distribución de energía eléctrica en gran parte del estado.
Simplemente no podemos darnos el lujo de entrar en un acuerdo que dejaría sin trabajo a miles de estadounidenses, que incrementaría los costos de los servicios y que devastaría a nuestros sectores básicos.
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A cambio de paralizar nuestra economía, el Acuerdo de París no serviría de casi nada para influir en la temperatura mundial. Según los modelos de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA, por sus siglas en inglés), aunque se eliminaran todas las emisiones de carbono de Estados Unidos, la temperatura mundial disminuiría menos de dos décimas de grado Celsius . Estados Unidos se pondría en desventaja competitiva por un acuerdo que tendrá un impacto insignificante en la temperatura.
Eso se debe a que aunque el gobierno de Obama comprometió irresponsablemente a Estados Unidos a implementar reducciones reales e inmediatas a las emisiones, las economías competidoras no tienen esa desventaja. De hecho, Rusia tiene permitido incrementar sus emisiones en aproximadamente un 50% y China e India no tienen que respetar un límite significativo a las emisiones antes de 2030 .
La disparidad de los compromisos de los diferentes países provoca pérdidas reales en nuestra economía, mientras nuestros rivales siguen creciendo, industrializándose y diversificándose a su propio ritmo, sin costos de implementación.
nullMientras tanto, el acuerdo obligaría a los contribuyentes estadounidenses a subsidiar energías alternativas a costa del carbón limpio, de la energía nuclear y del gas natural, recursos energéticos que ayudan a nuestra economía y a nuestro medioambiente.
El Acuerdo de París también dejaría a Estados Unidos en desventaja en la carrera mundial por el desarrollo de nuevas fuentes de energía. Rusia ha destinado recursos económicos y militares al ártico para afianzar su dominio de los grandes depósitos de minerales, petróleo y gas en las aguas profundas de la región. China también está explorando y traficando con petróleo y gas del ártico. Mientras tanto, el gas natural licuado estadounidense se enfrenta a los costos de logística que reducen su competitividad.
Al permitir que nuestros rivales incrementen su cooperación y su influencia estratégica en todo el mundo (presionando a nuestros aliados y socios, afectando a quienes crean empleos en el país y reduciendo nuestro prestigio e influencia en el proceso), el acuerdo podría dañar la seguridad nacional y la seguridad económica de Estados Unidos.
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Las reducciones de emisiones que Estados Unidos tendría que hacer hoy, así como los costos resultantes para nuestras empresas de energía, debilitarían nuestra capacidad de combatir a nuestros rivales en igualdad de circunstancias en la búsqueda de fuentes de energía no aprovechadas.
Son bienvenidos los esfuerzos de aliviar las disposiciones más onerosas del acuerdo, pero eso no basta. A menos que Estados Unidos se retire totalmente, el Acuerdo de París seguirá causando daños constantes a nuestra seguridad y nuestra economía y deja la puerta abierta a que gobiernos futuros lo usen como medio para imponer reglamentos energéticos más costosos e ineficaces.
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No deberíamos dejar que un acuerdo sujeto a los caprichos de gobiernos o Congresos futuros interfiera con el avance de nuestra economía, aumente los precios de la energía, devaste nuestra base industrial y dé impulso a nuestros rivales.
Espero que Donald Trump aproveche la oportunidad que se le presenta para cumplir el compromiso que hizo y retire a Estados Unidos del Acuerdo de París.
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