OPINIÓN: Trump debería detenerse a pensar cómo lo recordará la historia
Nota del editor: Nic Robertson es redactor jefe de diplomacia internacional en CNN. Las opiniones en este artículo pertenecen al autor.
(CNN) – La decisión de Donald Trump de retirar a Estados Unidos del acuerdo climático de París no ha sido una sorpresa en Escocia.
Antes de convertirse en presidente, Trump libró una larga batalla con el gobierno escocés a causa de 11 turbinas eólicas.
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Frente a la costa de su recién adquirido complejo Trump International Golf Links se proyectaba la construcción de un parque eólico de "energía verde."
Tan encarnizada era la oposición de Trump al plan que sus abogados llevaron el caso a la corte. Trump incluso dio testimonio en una audiencia del gobierno, calificando el proyecto favorable al medio ambiente como malo para su inversión en el campo de golf:
"He gastado una tremenda cantidad de dinero -sin deudas, ninguna deuda en la propiedad, nada- en la construcción de lo que muchos ya están considerando el mejor campo de golf de cualquier parte del mundo. No quiero verlo destruido por 11 monstruosidades construidas allí, encima de él."
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Mientras se hacía evidente la negativa de Trump a firmar el Acuerdo de París sobre el cambio climático el pasado fin de semana en la cumbre del G7 en Sicilia, su principal asesor económico, Gary Cohn, tuvo dificultades para convencer a la prensa de la buena fe ambiental de su jefe, diciendo:
"Él reiteró sus opiniones sobre el medio ambiente. Él dijo, cito, ‘El medio ambiente es muy, muy importante para mí, Donald Trump. Me preocupo mucho por el medio ambiente.’ Habló de los premios ambientales que recibió en el pasado, así que no quería que nadie pensara que no le importaba el medio ambiente. A él le importa mucho el medio ambiente."
En los poblados cercanos al complejo de golf propiedad de Trump, situado en Aberdeenshire, las personas no recuerdan a un empresario que trajo el tan necesitado empleo a la zona, sino a un bravucón que no sólo no estuvo a la altura de sus grandes ambiciones en materia de empleo, sino que edificó sus ‘fairways’ y ‘bunkers’ en un área ambientalmente única y rara de dunas de arena que durante milenios han estado formándose a lo largo de la costa, moldeándose y migrando con las estaciones cambiantes y el viento.
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Ante las desavenencias con los locales, Trump escribió 16 cartas cada vez más enojadas al entonces primer ministro de Escocia, el famoso nacionalista escocés Alex Salmond, con quien antes lo había unido una amistad.
El 19 de abril de 2012, en la octava carta, Trump declara: "Su economía se convertirá en un páramo tercermundista que los inversores mundiales evitarán... Me encanta Escocia y solo tengo sus mejores intereses en el corazón."
Su décima carta a Salmond, fechada el 2 de mayo de 2012, expone otra vez el corazón de las preocupaciones de Trump: El dinero es más valioso que el medio ambiente. "Estás destruyendo el bienestar económico de un gran país... Tu idea de independencia es ‘Lo que el viento se llevó.’"
nullTrump prueba todos los trucos para salirse con la suya, incluso invoca a su madre muerta, nacida a cientos de kilómetros del campo de golf, en la húmeda isla escocesa de Lewis: "Hago esto para salvar a Escocia y (honrar) a mi madre, Mary MacLeod, que como usted sabe nació y creció en Stornoway. Ella no creería lo que le estás haciendo a su amada Escocia.”
Mientras que otros líderes mundiales, desde Edimburgo a Berlín, desde Beijing a Moscú y más allá, han prometido su apoyo al acuerdo sobre el cambio climático, Estados Unidos - un líder mundial per cápita en emisiones de carbono - se está distanciando de la tendencia global.
La misma evolución que creó la arena para los ‘bunkers’ de golf de Trump, que puso los peces en el mar y el trigo en el pan, le ha dado al planeta un momento de decisión: cambien o arriésguense a destruirlo todo.
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Hace unas semanas en Milán, Italia, el expresidente Barack Obama, que supervisó el respaldo de Estados Unidos al acuerdo de París, expuso una desolada visión del clima actual: los mares aumentarán 90 centímetros, aún si se aplicaran inmediatamente los controles climáticos para reducir el carbono. Si no se hace nada, los mares podrían subir hasta 3 metros.
La mayor parte de la población mundial vive en las costas, advirtió. La migración masiva por causas alimentarias también se convertirá en un problema, dijo a una audiencia de ministros, expertos en asuntos climáticos y alimentarios.
El mensaje de Obama - el control de nuestro clima no es una opción, es un imperativo - no dejó lugar a dudas. Si había disidentes entre el público, nadie lo supo. En cambio, fue elogiado como un líder que, a pesar de sus fallas de política exterior en Siria y en otros lugares, había hecho la mayor contribución al bienestar global al apoyar el acuerdo climático, sumando la masa crítica para hacer que el acuerdo fuera significativo.
Con el tiempo, la marcha atrás de Trump podría cristalizar las terribles advertencias de Obama. A corto plazo, refuerza los crecientes temores de los líderes europeos de que los lazos transatlánticos se están debilitando. En palabras de la canciller alemana Angela Merkel, debemos "luchar nosotros mismos por nuestro futuro".
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La decisión de Trump afectará nuestras vidas y las vidas de nuestros hijos quizá más profundamente de lo que podemos imaginar. No solo cambiará el clima, sino el orden político mundial.
En sus propias palabras, en otra de sus numerosas cartas al líder escocés Salmond sobre el parque eólico de Aberdeenshire, Trump trata de lisonjear para salirse con la suya. "La historia ha demostrado concluyentemente que los líderes mundiales más grandes siempre han sido aquellos que han sido capaces de cambiar de opinión para bien. Seré tu mayor defensor si modificas tu postura."
En su posición actual, Trump acaso quiera releer algunas de esas cartas y reflexionar sobre cómo lo recordará la historia.
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