OPINIÓN: La máxima prueba para el general que está al mando en la Casa Blanca
Nota del editor: Peter Bergen es analista de seguridad nacional de CNN, vicepresidente de New America y profesor de la Universidad Estatal de Arizona. Escribió el libro United States of Jihad: Investigating America's Homegrown Terrorists.
(CNN) — Poco después de que Donald Trump ganara las elecciones, el general retirado de la infantería de Marina, John Kelly, estaba en casa un sábado de noviembre por la tarde viendo un partido de futbol americano colegial cuando el teléfono sonó.
Era Reince Prebius, el hombre al que Kelly sustituiría más tarde como jefe de gabinete de la Casa Blanca. Le dijo: "El Sr. Trump quisiera tener la oportunidad de hablar con usted sobre la posibilidad de incorporarse a la presidencia".
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Tras una carrera de 45 años en la infantería de Marina, Kelly llevaba apenas ocho meses de retiro. Kelly consultó a su esposa respecto a aceptar la oferta del equipo de Trump. Karen le dijo: "si los Kelly son algo, son una familia de servicio al país. Si creen que te necesitan, no puedes escaparte", a lo que agregó, en broma: "Además, ya estoy harta de este tiempo de calidad que estamos pasando juntos".
Kelly se reunió pronto con Trump, quien le dijo: "Me gustaría que tomaras el trabajo más duro y que, para mí, es el más difícil del gobierno federal". Kelly cuenta que entró en pánico porque creyó brevemente que le iban a ofrecer el Departamento de Estado, pero Trump le dijo que le estaba pidiendo que se hiciera cargo de Seguridad Interior.
Kelly dijo que la oferta lo sorprendió. "Literalmente no conocía al Sr. Trump ni conocía a alguien que lo conociera". Kelly relató cómo llegó al gabinete de Trump en una extensa entrevista con Pete Williams, de la televisora NBC News , durante el Foro de Seguridad de Aspen.
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Dirigir el Departamento de Seguridad Interior (DHS, por sus siglas en inglés) es efectivamente uno de los trabajos más duros del gobierno. El DHS es un gigante torpe compuesto de 22 departamentos y agencias federales diferentes que se fusionaron tras los ataques del 11-S y que ahora cuenta con más de 240,000 empleados que se encargan de toda clase de cuestiones: huracanes, seguridad cibernética, seguridad fronteriza y terrorismo.
Como jefe de gabinete de la Casa Blanca, Kelly, de 67 años, se hará cargo de un trabajo que probablemente sea más difícil que dirigir al DHS. Seguramente tratará de llevar la disciplina castrense al caótico grupo de asesores del presidente.
En los pasados seis meses, la Casa Blanca no solo ha perdido a su primer jefe de gabinete, sino a otros altos funcionarios clave, tales como un asesor de seguridad nacional, un asesor adjunto de seguridad nacional, un director de comunicaciones, un subjefe de gabinete, un secretario de prensa y un importante asesor sobre Medio Oriente.
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Kelly ciertamente tiene montones de cualidades de liderazgo. En persona, en Aspen, dio la impresión de ser un líder pragmático, que no tolera a los tontos y que también trata respetuosamente a su personal y escucha atentamente lo que tienen que decir.
Necesitará toda esta experiencia y estas habilidades de liderazgo desarrolladas con esfuerzo para corregir el rumbo de la Casa Blanca, que la semana pasada sufrió lo que los historiadores seguramente considerarán el mayor fracaso de Trump hasta ahora: su incapacidad de promover cualquier clase de abrogación de Obamacare.
Kelly se ganó la admiración de Trump por sus esfuerzos agresivos de implementar leyes de inmigración y por su respaldo a la prohibición a la inmigración de personas de un puñado de países mayoritariamente musulmanes.
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Estos fueron, desde luego, algunos de los temas clave sobre los que Trump hizo campaña y el gran descenso en los índices de inmigración ilegal es uno de los pocos triunfos concretos de Trump. Las aprehensiones de inmigrantes ilegales en la frontera con México bajaron más de la mitad desde 2016, según la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos.
La inmigración ilegal es un tema con el que Kelly está bien familiarizado, ya que su último cargo en uniforme fue el de comandante del Comando del Sur (SOUTHCOM), que se centra en América Latina y América Central, además de proteger la frontera con México.
Cuando dirigió el DHS, Kelly manejó hábilmente una amenaza considerable a la aviación comercial: el descubrimiento en marzo de que los terroristas de Medio Oriente estaban fabricando bombas difíciles de detectar, ocultas en laptops.
nullEl DHS anunció que ocho países de Medio Oriente y África que tienen vuelos directos a Estados Unidos no podían permitir que los pasajeros portaran dispositivos más grandes que un teléfono celular. Esta prohibición se levantó a finales de julio porque se implementaron procedimientos de seguridad en los aeropuertos de esos ocho países.
El DHS anunció en junio que implementaría medidas de seguridad mejoradas en los 280 aeropuertos del mundo de los que parten vuelos directos hacia Estados Unidos, entre las que se contemplan un escrutinio más a fondo de los aparatos electrónicos y el uso de más perros detectores de bombas.
Kelly también tiene la reputación militar que Trump valora tanto como la de quienes hicieron su fortuna en Wall Street. La terna de Kelly; el teniente general H. R. McMaster (asesor de seguridad nacional), y el general de infantería de Marina retirado, Jim Mattis (secretario de Defensa), ahora tienen en sus manos los controles clave del poder estadounidense. Kelly, Mattis y el presidente del Estado Mayor Conjunto, el general Joseph Dunford, también fueron infantes de Marina y han trabajado bien juntos desde hace décadas.
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Al igual que Mattis, su colega y confidente, Kelly es franco cuando quiere dar algo a entender. Cuando un reportero le preguntó, en abril de 2003, mientras los infantes de Marina cercaban al régimen de Saddam Hussein en Bagdad, si le preocupaba la fuerza de los ejércitos de Saddam, Kelly respondió , con su acento bostoniano característico: "Demonios, estos son infantes de Marina. Hombres como ellos defendieron Guadalcanal y tomaron Iwo Jima. Bagdad es una m*****".
La familia Kelly ha sacrificado mucho por su país. Robert Kelly, su hijo de 29 años y teniente de la infantería de Marina, murió por una mina en Afganistán en 2010. Kelly tiene otro hijo que también es oficial de infantería de Marina y una hija que trabaja para el FBI.
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El Día de los Veteranos, cuatro días después de la muerte de su hijo, Kelly dejó en claro en un discurso en St. Louis que considera que la guerra de Estados Unidos contra los terroristas yihadistas es un conflicto generacional.
"Las fuerzas armadas estadounidenses han propinado derrota tras derrota a nuestros enemigos despiadados, pero pasarán años, si no es que décadas, para que se erradique esta maldición… Estamos en guerra y, nos guste o no, es un hecho. No es la guerra de Bush ni es la guerra de Obama; es nuestra guerra y no podemos huir de ella".
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